La Eternidad Vs. la Pregunta "¿Cuándo Fuimos Salvos?"
Hace un tiempo, empecé a examinar las dos posturas soteriológicas (o sea, con referencia a cómo ocurre la salvación) más prominentes, el Calvinismo y el Arminianismo. Inmediatamente rechacé la postura Calvinista (en este mismo blog, en los escritos pasados, aún se pueden leer algunas de mis razones Bíblicas), e incluso debatí un poco con hermanos de esa postura.
Aunque nunca me dediqué a defender positivamente el Arminianismo, el Cristianismo popular piensa que si no caes en uno, obligatoriamente caes en el otro; o sea que, por default, yo era un Arminiano, según ellos. Por razones que verán claramente más adelante, yo rechazo esa clásica y falsa dicotomía. Soy de ninguno de los dos.
En este momento me hallo reexaminando mi rechazo hacia el Calvinismo, no porque sienta que el soporte Bíblico usado por una u otra parte sea más contundente, sino porque veo que, a la luz de la eternidad, ambas posturas tienen puntos sumamente débiles, tanto así que me siento un poco extraño al hablar sobre esto, ya que, siendo una perspectiva tan elemental, jamás me he topado con otra persona quien haya afirmado considerar esto que acá describo. Suelo tener mucho cuidado con ideas que sean muy novedosas, no me gustan... pero bueno, ahí va. En sus marcas, listos...
...Fuera: Uno de los cuestionamientos básicos de estas dos posturas es la pregunta "¿cuándo es que el hombre es salvo?". Bien puede frasearse "¿quién es el que decide la salvación del hombre?"; sin embargo, usualmente no se separa el sujeto determinante del tiempo en que es determinado. Si fue por Dios, la decisión fue tomada antes, "al principio de los tiempos"; si es por el hombre, la decisión es tomada después, en el momento de arrepentimiento (muchos Arminianos no tienen problema con decir que Dios rescata al arrepentido voluntariamente, justo al momento en que este se arrepiente).
Por esta razón, esta diferencia no cambia el cuestionamiento básico. A fin de cuentas sí es una cuestión acerca de cuándo es determinado que una persona sea salva, y no solamente de quién sea el sujeto que determina).
El Calvinista respondería - basado en la Biblia - que un hombre es declarado salvo por Dios desde el principio de los tiempos, cuando Dios determinó de antemano quiénes serían salvos y quiénes no. El Arminiano respondería - también basado en la Biblia - que esto no es así, sino que el hombre es salvo sólo en el momento en que decide recibir esa salvación, y no antes.
Fíjense con atención, este es el problema principal: una pregunta que empieza con la palabra "cuándo" necesariamente presupone tiempo.
La dificultad para el Calvinista está en que, si Dios escogió a un número de personas al principio del tiempo, y ahora está transcurriendo lo que Dios decidió en aquel entonces, entonces eso relega a Dios a ser un simple espectador viajando por el tiempo, observando las consecuencias de decisiones hechas hace mucho tiempo, y por tanto, al estar sujeto al tiempo (y a las decisiones hechas hace mucho tiempo), no es un Dios eterno. El decir que Dios hace un "llamado efectual" mucho después de haber decidido, y en el momento en que la persona le recibe, es esquivar el meollo del asunto, ya que ese "llamado efectual" es hecho basado y en correspondencia con esa determinación tomada hace mucho tiempo, según los Calvinistas. A fin de cuentas, Dios tomó una decisión hace muchísimo tiempo, y como la decisión hecha antes fue perfecta, en estos momentos no puede retractarse.
La dificultad para el Arminiano es que Dios es relegado a ser un espectador hasta que el hombre decide ser salvo, y sólo ahí, en respuesta al arrepentimiento del pecador, es cuando Dios le salva. La mayoría de los Arminianos dicen que Dios conoce la decisión del hombre de antemano, y por eso le coloca las circunstancias en sus pasos para que pueda llegar a creer; sin embargo, esto es más sofismo que otra cosa, sólo una forma de escaparse de la consecuencia obligatoria de esta teología, ya que si Dios voluntariamente facilita el arrepentimiento y la conversión con situaciones y hechos, ¿acaso no es Dios quien está en control, después de todo?
Más aún, si Dios conoce lo que el hombre escoge, es porque Dios decidió voluntariamente conocerlo. El mero hecho de que Dios conozca algo implica que Su entera voluntad está concentrada en aquello, y por tanto, no es verdad que tal decisión es hecha totalmente aparte de Su voluntad (creo que en este punto coincido con el Calvinismo).
En resumen, ambos sistemas ven a Dios dentro del tiempo, y no como un Ente eterno, aparte del tiempo (utilizo la palabra "eterno" en la forma en que lo he venido utilizando hasta ahora, o sea, no como un ser quien vive por mucho tiempo, sino, uno quien habita fuera del tiempo uno que habita y actúa de forma igual y plena en todos los tiempos). Este es el talón de Aquiles de ambas posturas. Si Dios es eterno, como Su Palabra revela que es, entonces estas dos posturas ofrecen respuestas a preguntas inválidas... y a pregunta inválida, respuesta innecesaria. Atreviéndome a ser más firme, diré que ofrecer respuesta a una pregunta inválida, cualquiera que sea esa respuesta, es en efecto, un error.
Acá quiero proponer una tercera opción, una que tome en cuenta y defienda la eternidad de Dios . . . no gracias, no quiero que se llame "Rodriguismo" . . . podemos llamarle "Eternalismo" si usted quiere. Lo cierto es que acá no voy a exponer un estudio sistemático de todas sus implicaciones, sino sólo ofreceré una explicación básica. Quizás luego pueda exponer cómo se ajusta a las Escrituras, cosa que ya he hecho informalmente en privado.
La opción que propongo reconoce, como dije antes, que simplemente hay preguntas que no deberían hacerse. Así como "¿cuántos ángulos tiene un círculo?" ó "¿cuánto pesa un pensamiento?" son preguntas inválidas, de la misma forma preguntar "¿cuándo es que Dios salva al hombre?" es inválido. De la misma forma en que un círculo no tiene ángulos, ni un pensamiento tiene peso, Dios tampoco tiene tiempo.
Pongámoslo así: con el Calvinista, puedo decir que Dios sabía que salvaría (de Su propia voluntad, o sea, tomó una decisión para salvar) a todas las personas quienes fueron, son, y serán salvas antes de que esas personas se dieran cuenta / se arrepintieran / clamaran al Señor.
Con el Arminiano, puedo estar de acuerdo en que esa salvación no se efectúa sino hasta el momento en que esa persona decide clamar al Señor, momento en el cual Dios decide salvarles.
Pero, ¡un momento! "¡Tamaña contradicción!", dirán algunos. ¿Cómo es que puedo decir que Dios decidió salvar desde antes, y luego digo que Dios decide en el momento en que la persona es salva? ¿No es eso contradictorio? Por supuesto que no, sólo es contradictorio si y sólo si se exige determinar cuándo Dios decide tal o cual cosa.
Por otro lado, si permitimos que Dios sea Eterno (y digo "permitimos" sarcásticamente), entonces nosotros no deberíamos estar preguntándonos cuándo Dios decidió tal o cual cosa. La pregunta "¿cuándo?" es sólo aplicable a nuestras decisiones, no a las de Dios.
En otras palabras, la decisión de Dios salvarme ocurrió en el mismo exacto "momento", tanto en el principio del tiempo, como en el "momento" en que alcé mi voz y clamé hacia El. Ese "momento" es uno sólo, y se llama "eternidad". En la eternidad las cosas no suceden antes ni después, de la misma exacta forma como en la omnipresencia de Dios no existe un "delante" ni un "detrás". Estoy seguro de que esta comparación con la omnipresencia encenderá muchos bombillos . . . extrañamente, la mayoría de las personas comprende mucho más fácilmente esta idea que la de la eternidad, aunque sean la misma exacta noción, sólo que uno está aplicado al tiempo, y el otro al espacio. Por esto nadie que tome en cuenta la omnipresencia de Dios pregunta "¿dónde estaba Dios cuando decidió tal o cual cosa?".
En conclusión, tanto el Calvinista como el Arminiano fallan, no en sus respuestas, sino desde que empiezan a discutir acerca del "cuándo" aplicado a Dios. Ni siquiera tienen que ofrecer sus respuestas, con sólo considerar una pregunta así, ya se está errando.
Sólo reconociendo al Dios Eterno podemos aceptar la doctrina de la predestinación al igual que la particularidad de la consciencia del hombre tornándose hacia Dios, y el momento singular, en el plano temporal del hombre, en que Dios decide responder al clamor de auxilio del hombre.
Sólo reconociendo al Dios Eterno podemos comprender que Dios no está ligado al tiempo para tomar una decisión, sino que, aunque manifiesta su decisión en distintos tiempos para el hombre, la decisión en sí no ocurre en un instante distinguible para nosotros.
Sólo reconociendo al Dios Eterno podemos dejar de imponer limitaciones sobre El, y reconocer que El actúa libremente y sin ataduras.
Sólo reconociendo al Dios Eterno podemos apreciar la verdadera magnitud de la soberanía de Dios.
En la siguiente entrega, pienso desarrollar esta idea un poco más, y observar cómo impacta el alcance del efecto del sacrificio de nuestro Señor en la cruz, a través del tiempo. Probablemente entonces, esto que discuto acá se hará más claro. Mientras tanto, doy completa bienvenida a sus preguntas y retos.
Gozo en Su reposo,
A&R
[En este escrito he continuado con mis pensamientos acerca de la eternidad como un concepto que debería impactar nuestras vidas ahora mismo. Las otras partes son, en orden: "La Eternidad en el Presente", "Eternidad en Nuestros Testimonios", "La Eternidad como Concepto Super-Cultural" y especialmente pertinente a este tema, "La Eternidad y Nuestras Diferencias Doctrinales".]