17.4.23

El Logos Vs Las Falacias Lógicas (Parte III)

En esta serie, estoy repasando diferentes falacias lógicas, usando pasajes de la vida de Jesús para observar ejemplos de estos argumentos y cómo responder a ellos. Las demás partes están aquí: Parte 1, Parte 2.

7- Apelación a la Tradición

La falacia de Apelación a la Tradición, también conocida como Argumentum Ad Antiquitatem, ocurre cuando uno argumenta que algo es correcto o aceptable simplemente porque se ha hecho o creído durante mucho tiempo. No es válido como argumento porque afirma que el criterio para determinar que algo es bueno, correcto o verdadero es si se ha hecho o creído durante mucho tiempo.

Por ejemplo, alguien podría argumentar que lo único correcto es seguir usando libros en papel en lugar de lectores electrónicos porque los "libros reales" son una tradición que debemos honrar y preservar. Sin embargo, este argumento ignora el hecho de que los lectores electrónicos traen muchos beneficios, como la comodidad y la accesibilidad.

Esta falacia asume que las prácticas o creencias históricas son inherentemente superiores o válidas, sin proporcionar ninguna evidencia o razonamiento para respaldar su aceptación o uso continuo. Se basa en un apego sentimental al pasado más que en el análisis racional y la evaluación basada en la evidencia, lo que termina nublando el pensamiento racional y claro.

En Mateo 15:1-9, los fariseos confrontan a Jesús acerca de que sus discípulos no siguen la tradición de lavarse las manos antes de comer. Argumentan que Jesús y sus seguidores están violando las antiguas costumbres de sus antepasados.

Jesús responde desafiando la validez de esta apelación a la tradición, señalando que los mismos fariseos violan los mandamientos de Dios al adherirse a las tradiciones humanas: "Porque Dios ordenó: 'Honra a tu padre y a tu madre', y 'Quien insulte al padre o a la madre debe seguramente morirá.' Pero vosotros decís: 'Si alguien le dice a su padre o a su madre: 'Lo que tú hubieras ganado de mí es dado a Dios', no tiene por qué honrar a su padre.' Así que por causa de vuestra tradición habéis invalidado la palabra de Dios” (Mateo 15:4-6). Jesús expone la hipocresía de su argumento, demostrando que seguir la tradición por sí solo no es inherentemente virtuoso ni justificado. Más allá, señala que el apego a las tradiciones puede provocar que una persona vaya en contra de la verdad misma.

Jesús también desafía a los fariseos y escribas a proporcionar evidencia de que la tradición de lavarse las manos antes de comer es necesaria para la pureza espiritual. Demuestra que no hay evidencia bíblica para apoyar esta tradición, y por lo tanto es meramente una tradición humana. Al reducir el valor de la tradición y sacar a la luz la base real de la posición verdadera, Jesús muestra cómo responder mejor a este tipo de falacia lógica.

Otro ejemplo se puede encontrar en Lucas 5:36-39. Los fariseos y sus escribas le preguntaron a Jesús: "¿Por qué los discípulos de Juan ayunan y hacen oraciones a menudo, y lo mismo los de los fariseos, pero los tuyos comen y beben?" (Lucas 5:33). Estaban cuestionando la novedad y validez de las enseñanzas y prácticas de Jesús en base a lo que antes había sido conocido y practicado.

En respuesta, Jesús les dio una parábola del vino nuevo y los odres viejos. Dijo: Nadie echa vino nuevo en odres viejos; de otra manera, el vino nuevo reventará los odres y se derramará, y los odres se destruirán. Pero el vino nuevo debe echarse en odres nuevos. Y nadie después de beber vino añejo quiere vino nuevo, pero dice: 'El añejo es bueno'." (Lucas 5:37-39).

En esta parábola, Jesús está usando el ejemplo de prendas de vestir y odres nuevos y viejos para explicar que sus enseñanzas y caminos no pueden simplemente agregarse a las prácticas y creencias existentes de los fariseos. Argumenta que las viejas formas no pueden contener o apoyar las nuevas, y que las dos deben evaluarse de manera independiente.

Para responder a una apelación a la falacia de la Apelación a la Tradición, uno puede seguir el ejemplo de Jesús y desafiar la suposición de que algo es mejor o más valioso simplemente porque es antiguo o tradicional. De esta manera, se pudiera examinar la evidencia y los méritos de la idea o práctica por sí misma, sin dejarse llevar por su antigüedad o familiaridad. Es importante mantener la mente abierta y considerar tanto lo antiguo como lo nuevo, y evaluar cada idea o práctica en función de sus propios méritos y posibles defectos.

Una manera de responder a esta falacia pudiera ser: "El hecho de que algo se haya hecho de cierta manera durante mucho tiempo no significa necesariamente que sea la mejor o la forma correcta de hacerlo. Debemos evaluar las ideas y prácticas en función de sus méritos y si se alinean con nuestros valores y objetivos, no simplemente porque tienen una larga historia."

8- Apelación a la Autoridad

La falacia de Apelación a la Autoridad. también conocido como Argumentum Ad Verecundiam, ocurre cuando uno afirma que una afirmación es verdadera basándose únicamente en la autoridad de una persona o institución. Es un argumento inválido porque propone que una afirmación sea verdadera o válida simplemente porque una figura de autoridad o un experto la respalda. Se basa en la reputación o la posición de una figura de autoridad en lugar de un análisis racional y una evaluación basada en evidencia del reclamo en sí.

Un médico puede hacer una declaración como "Recomiendo este medicamento porque es lo que prescriben la mayoría de los médicos en nuestro campo". Este es un ejemplo de una falacia de Apelación a la Autoridad. En vez de razonar en base a los componentes y beneficios del medicamento en particular y en la condición que se desea prevenir o tratar, el enunciado solo descansa en la autoridad invocada.

Esta falacia supone que la experiencia o el estado de la figura de autoridad automáticamente valida la afirmación, sin considerar si la autoridad tiene conocimientos genuinos en el área relevante o si su opinión está respaldada por evidencia y buenos razonamientos.

En Mateo 21:23-27, Jesús se enfrenta a esta falacia cuando los principales sacerdotes y los ancianos cuestionan su autoridad: "¿Con qué autoridad haces esto? ¿Quién te dio esta autoridad?" (Mateo 21:23). Intentan socavar las enseñanzas de Jesús exigiendo que proporcione una fuente autorizada para sus acciones. De manera implícita, están asumiendo que solo lo que proviene desde la autoridad religiosa establecida pudiera tener algún trazo de veracidad o valor.

En lugar de responder directamente a su pregunta, Jesús expone la falacia en su desafío al plantear una pregunta propia: "El bautismo de Juan, ¿de dónde vino? ¿Del cielo o del hombre?" (Mateo 21:25). Los líderes religiosos se encuentran en un dilema, ya que no pueden responder sin admitir la autoridad divina de Juan (que como consecuencia validaría a Jesús, ya que Juan dio testimonio de él) o enfrentar la ira de la gente que creía que Juan era un profeta. Incapaces de dar una respuesta, reconocen la derrota, y Jesús demuestra la debilidad de confiar únicamente en apelaciones a la autoridad.

A partir de este ejemplo, podemos ver que la mejor manera de responder a una falacia de Apelación a la Autoridad es cuestionar la autoridad que se cita y buscar evidencia para respaldar el reclamo. Cuando nos enfrentamos a esta falacia, podemos aplicar este enfoque haciendo preguntas y pidiendo evidencia para respaldar la afirmación que se hace.

Una manera de responder a esta falacia sería: "Si bien es importante considerar las opiniones de los expertos, también debemos evaluar sus argumentos en función de sus méritos y pruebas. El hecho de que alguien sea una autoridad en un tema no significa necesariamente que siempre tenga la razón, por lo que siempre debemos cuestionar y criticar sus afirmaciones antes de aceptarlas ciegamente".

9- Falsa Analogía

La falacia de la Falsa Analogía, también conocida como analogía defectuosa o analogía débil, ocurre cuando uno llega a una conclusión basada en una analogía que no representa con precisión la situación a la mano. Por lo general, esta falacia compara dos cosas que no son lo suficientemente similares para respaldar la conclusión que se extrae.

Asume que debido a que dos cosas comparten ciertas características o propiedades, también deben compartir otras propiedades, sin proporcionar evidencia adecuada ni razonamiento para justificar la similitud inferida. Aquí hay un ejemplo de una falacia de falsa analogía:

A: "Deberíamos legalizar la marihuana porque ya hemos legalizado el alcohol, y ambas son sustancias que alteran la mente".

B: "Esa es una analogía falsa. El hecho de que dos cosas tengan un efecto similar no significa que sean lo mismo. La marihuana tiene diferentes propiedades químicas y riesgos potenciales para la salud que el alcohol".

En este ejemplo, la persona A está haciendo una analogía falsa al equiparar la legalización de la marihuana con la legalización del alcohol. Si bien pueden tener algunas similitudes, no son lo mismo y no deben tratarse como tales. La persona B señala esta falacia al proporcionar evidencia de que son sustancias diferentes con propiedades y efectos diferentes.

La falacia de la Falsa Analogía se considera inválida porque se basa en similitudes superficiales para hacer un argumento persuasivo, mientras ignora las diferencias significativas que invalidan la comparación. Puede conducir a conclusiones engañosas, ya que fomenta una comprensión demasiado simplista de problemas y situaciones complejos.

En Juan 6:35-40, Jesús responde a una falacia de Falsa Analogía presentada por las personas que lo seguían. Estaban tratando de hacer una comparación entre Jesús y Moisés diciendo que así como Moisés había provisto pan del cielo para los israelitas en el desierto, Jesús debería hacer lo mismo.

Sin embargo, Jesús desafió su falsa analogía al señalar que no fue Moisés quien proporcionó el pan del cielo, sino Dios. Luego, Jesús pasó a ofrecer una perspectiva alternativa al decir que él era el Pan de Vida, y que cualquiera que viniera a él nunca más volvería a tener hambre ni sed. En otras palabras, la provisión que Jesús traería sería de una naturaleza tan superior al milagro que vio Moisés que no aplica en lo absoluto en sus estándares y requisitos.

A partir de este ejemplo, podemos ver que Jesús responde a las analogías falsas desafiando su validez y ofreciendo una perspectiva alternativa que se basa en la verdad y la sabiduría. No acepta la Falsa Analogía como un hecho, sino que expone los defectos de la comparación y ofrece una perspectiva más precisa y matizada.

Cuando nos enfrentamos a una falacia de Falsa Analogía, podemos seguir el ejemplo de Jesús al cuestionar la validez de la comparación y ofrecer perspectivas alternativas que desafíen la lógica defectuosa de la analogía. Al hacerlo, podemos promover una mayor comprensión y claridad en nuestras conversaciones y relaciones.

Por ejemplo, se pudiera responder a esta falacia así: "El hecho de que dos cosas compartan algunas similitudes no significa que sean iguales ni que tengan los mismos resultados. Es importante reconocer las diferencias y evaluar cada cosa por sus propios méritos".

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