10.4.23

El Logos Versus Las Falacias Lógicas (Parte I)

Introducción

Los Evangelios, que narran la vida y las enseñanzas de Jesucristo, proporcionan una rica base para la sabiduría espiritual, moral y teológica. Además, ofrecen valiosos ejemplos sobre el arte del razonamiento lógico y la argumentación.

En varios casos, Jesús se encontró con falacias lógicas y, siendo el Logos eterno, responde de una manera magistralmente lógica. Su enfoque no solo evita las trampas de argumentos ilógicos e irracionales, sino que también se centra en los temas esenciales con una claridad ejemplar.

En este ensayo, pretendo explicar algunos tipos de falacias lógicas ilustradas con ejemplos de Jesús respondiendo a ellas. En cada sección, identifico y describo cada falacia, proporciono ejemplos de cómo Jesús responde a ellas y ofrezco consejos prácticos sobre cómo podemos enfrentarlas en nuestras conversaciones cotidianas.

Con este texto, tengo tres objetivos en mente: 1) Contribuir a una mayor comprensión y conciencia de las falacias lógicas presentes en nuestras conversaciones; 2) Observar cómo Jesús responde a ellas, repasando algunas de sus enseñanzas de gran valor eterno; y 3) Ofrecer consejos prácticos basados en estas observaciones para mejorar nuestra habilidad de mantener conversaciones claras, respetuosas y bien razonadas.

No pretendo afirmar que comprender argumentos lógicos sea lo único necesario para recibir y aceptar las verdades proclamadas por Jesús, incluyendo que es el Hijo de Dios, el Mesías prometido en las profecías de Israel, y que cargó con los pecados de todos los que serían redimidos por amor al mundo. Sin embargo, como se puede observar en los ejemplos citados, la incoherencia lógica suele ser un obstáculo para el razonamiento claro, incluyendo el entender la persona y obra de Cristo, lo cual es un requisito para la fe auténtica (ver Romanos 10:17).

Antes de abordar las falacias, también debo mencionar que las afirmaciones a las que Jesús respondía podrían clasificarse bajo varias falacias. Esto no se debe a una limitación en su clasificación, sino que revela la naturaleza de los argumentos falaces. En otras palabras, los argumentos falaces pueden ser inválidos por más de una razón.

A continuación, analizaremos las tres primeras falacias:

1- Falacia del Hombre de Paja

La falacia del Hombre de Paja ocurre cuando alguien tergiversa la posición o el argumento de un oponente para que sea más fácil de atacar. Es un argumento defectuoso porque distorsiona la posición de un oponente, y al final no responde a ella de manera honesta.

Aquí hay un ejemplo simple de una falacia de Hombre de Paja:

A: "No creo que debamos talar todos los árboles del parque para ese nuevo desarrollo".

B: "¿Entonces pretendes que la ciudad permanezca en la pobreza y nunca crezca? ¿Estás en contra del progreso?"

La respuesta de la persona B es una falacia del Hombre de Paja porque está tergiversando el argumento de la persona A. La persona A nunca dijo que estaba en contra del progreso ni el desarrollo; simplemente no estaba de acuerdo con talar todos los árboles del parque. La respuesta de la persona B es una representación exagerada e inexacta del argumento de la persona A, creando un Hombre de Paja que puede atacar. Este tipo de falacia se usa a menudo para hacer que el argumento contrario parezca irrazonable o extremo.

En lugar de abordar el argumento real o el problema en cuestión, la persona que comete la falacia del Hombre de Paja crea una versión más débil del argumento original, que luego es atacada y desacreditada. Esta táctica es engañosa, ya que desvía la atención lejos del argumento real y proyecta una falsa sensación de victoria al refutar un argumento que en realidad nunca se planteó.

En el Evangelio según Lucas, algunos de los fariseos y maestros de la ley acusaron a Jesús de quebrantar el sábado al sanar a un hombre con una mano seca (Lucas 6:6-11). Argumentaron que Jesús estaba violando el mandamiento del sábado al realizar obras en ese día, y por eso lo acusaron de ser un transgresor de la ley.

Jesús respondió a su acusación señalando primero la hipocresía de aquellos religiosos. Les preguntó si era lícito hacer el bien en sábado o hacer el mal, para salvar la vida o para destruirla (Lucas 6:9). Luego pasó a afirmar que estaba haciendo bien al sanar la mano del hombre y salvarle la vida, y que esto estaba de acuerdo con el verdadero significado del mandamiento del sábado.

Al hacer esto, Jesús expuso la falacia del Hombre de Paja en el argumento de los fariseos. Lo estaban acusando de quebrantar el sábado al realizar una obra, pero Jesús en realidad no estaba quebrantando el mandamiento del sábado en lo absoluto. En cambio, estaba cumpliendo el verdadero espíritu del mandamiento al hacer el bien y al ayudar a los demás.

Como se ve en el ejemplo de Jesús, la mejor manera de responder a la falacia del hombre de paja es señalar la tergiversación de una posición y aclarar lo que realmente es. Esto se puede hacer declarando claramente la verdad y señalando en qué se diferencia de la versión tergiversada presentada por el oponente.

Una manera de responder a esta falacia pudiera ser: "Entiendo que no estás de acuerdo con mi posición, pero siento que has caracterizado mal mi argumento. ¿Podemos centrarnos en abordar los puntos reales que he planteado, en lugar de atacar una versión distorsionada de mi argumento?”

2- Falacia de la Falsa Dicotomía

La falacia de la Falsa Dicotomía consiste en presentar solo dos opciones cuando, de hecho, existen más alternativas. Es un argumento erróneo porque presenta solo dos posibilidades como si fueran las únicas disponibles, cuando en realidad pudieran haber alternativas adicionales o matices que no se han considerado. Esta simplificación excesiva de un tema complejo conduce a una comprensión distorsionada del problema y puede obligar a las personas a tomar una decisión innecesaria o desinformada.

Un ejemplo simple de una falacia de Falsa Dicotomía:

A: "¿Quieres ir al cine esta noche o quedarte en casa?"

B: "No quiero ir al cine.” 

A: “Pues tendremos que quedarnos en casa".

La respuesta de la persona A sugiere que solo hay dos opciones disponibles: 1) ir al cine o 2) quedarse en casa. Esta es una Falsa Dicotomía porque puede haber otras opciones disponibles, como salir a comer o dar un paseo. La Falsa Dicotomía crea una sensación de opciones limitadas cuando en realidad puede haber otras opciones que podrían considerarse.

La falacia de la falsa dicotomía se considera intelectualmente deshonesta porque tergiversa la gama de opciones y posibilidades que pueden existir. Esta falacia se puede evitar reconociendo que la gran mayoría de preguntas probablemente tiene más de dos soluciones posibles.

En Juan 9:1-3, Jesús se encuentra con un ciego de nacimiento, y sus discípulos le preguntan: "Rabí, ¿quién pecó, éste o sus padres, para que naciera ciego?" (Juan 9:2). Los discípulos asumen que la ceguera del hombre debe ser el resultado de una de dos opciones: 1) su pecado, o 2) el pecado de sus padres.

Jesús refuta esta Falsa Dicotomía introduciendo una tercera opción: "No es que éste haya pecado, o sus padres, sino que las obras de Dios se manifiesten en él" (Juan 9:3). Al hacerlo, desafía su comprensión limitada de la situación y revela un propósito superior detrás de la ceguera del hombre. Más allá, revela el falso asumido de que dicha condición física necesariamente deba ser una consecuencia del pecado.

Otro ejemplo se encuentra en Marcos 2:15-17. Los fariseos le preguntaron a Jesús por qué estaba comiendo y bebiendo con recaudadores de impuestos y pecadores. Presentaron un dilema falso al implicar que Jesús podía 1) asociarse con pecadores, o 2) ser justo, pero no podía hacer ambas cosas.

En respuesta, Jesús dijo: "No son los sanos los que necesitan médico, sino los enfermos. No he venido a llamar a justos, sino a pecadores". Rechazó el falso dilema y mostró que asociarse con pecadores no comprometía su justicia, sino que era parte de su misión de sanar y salvar a los que estaban perdidos.

La mejor manera de responder a la falacia de la Falsa Dicotomía es desafiar la suposición de que solo hay dos opciones mutuamente excluyentes. Uno puede hacer esto haciendo preguntas aclaratorias, señalando opciones adicionales o proponiendo una forma diferente de enmarcar el problema. En este caso, Jesús desafía la suposición de que uno debe elegir entre ser justo versus asociarse con pecadores. Al hacerlo, introduce una tercera opción, que es acercarse a los pecadores y ayudarlos a arrepentirse y venir a Dios, al mismo tiempo que se permanece andando en justicia. La justicia de Jesús no elimina su prerrogativa de extender gracia a los pecadores, por lo que no existe dicotomía ni contradicción absoluta entre estos enfoques.

Estos ejemplos ilustran cómo responder a una Falsa Dicotomía, señalando las opciones limitadas que presenta el oponente y demostrando que en realidad pueden haber otras alternativas o posibilidades. Esto se puede hacer identificando y expresando las otras opciones que no están incluidas en la falsa dicotomía y explicando por qué se deberían considerar.

Un ejemplo de cómo se pudiera responder a esta falacia pudiera ser: "Entiendo que estás presentando solo dos opciones, pero no es correcto asumir que esas son las únicas opciones disponibles. Puede haber otras alternativas que aún no hemos considerado. Exploremos todas las posibilidades antes de sacar conclusiones precipitadas".

3- Falacia Ad Hominem

La falacia Ad Hominem ocurre cuando se ataca el carácter o los motivos de un oponente en lugar de abordar el argumento en sí. Los argumentos Ad Hominem (del latín, "a la persona") critican o desacreditan el carácter, los motivos o los atributos personales de un individuo en lugar de interactuar con la sustancia de su argumento.

Este es un ejemplo de una falacia Ad Hominem:

A: "Creo que deberíamos ir a ver esa nueva película, tiene excelentes críticas".

B: "¿Por qué debería escucharte? Tienes un gusto terrible para las películas".

La respuesta de la persona B es una falacia Ad Hominem porque ataca el carácter de la persona A en lugar de abordar su argumento. En vez de discutir los méritos de la película, o las razones que se ofrecen para sugerirla, la persona B ataca el gusto cinematográfico de la persona A, lo cual es irrelevante en la discusión.

Este tipo de falacia intenta desacreditar a la persona que presenta el argumento sin lidiar con su argumento. Por esto, no es más que una distracción que busca socavar a la persona en lugar de responder a sus ideas o razonamientos, alejando la discusión del tema central e impidiendo una evaluación genuina del argumento que se presenta. En realidad, los rasgos de carácter de otra persona no dicen absolutamente nada sobre la validez o invalidez de sus afirmaciones.

En Lucas 11:14-20, Jesús echa fuera un demonio, y algunas personas en la multitud lo acusan de haberlo hecho por el poder de Beelzebú, el príncipe de los demonios. Al atacar el carácter de Jesús y sugerir que está aliado con las fuerzas de las tinieblas, intentan desacreditar sus acciones y enseñanzas.

En respuesta, Jesús expone la lógica defectuosa de su argumento: "Todo reino dividido contra sí mismo es asolado, y una casa dividida cae. Y si también Satanás está dividido contra sí mismo, ¿cómo permanecerá su reino?" (Lucas 11:17-18). Así, Jesús demuestra lo absurdo de su acusación, y al hacerlo refuta su ataque Ad Hominem.

Al concentrarse en el tema en cuestión y evitar la distracción del ataque personal, uno puede responder adecuadamente a una falacia Ad Hominem. Incluso, se podría reconocer el insulto personal, y luego redirigir la conversación al argumento real.

También podemos observar esta falacia en el Evangelio de Juan, cuando los líderes religiosos acusaron a Jesús de ser samaritano y tener un demonio (Juan 8:48). Este fue un claro ataque Ad Hominem, ya que estaban tratando de desacreditar las enseñanzas de Jesús al insultar su lugar de origen y su estado espiritual (además de que ambas acusaciones eran falsas).

Jesús respondió a este ataque Ad Hominem reconociendo su insulto, pero luego redirigiendo la conversación al argumento. Declaró que no tenía demonio, sino que honraba a su Padre y que quien guardaba su palabra no moriría jamás (Juan 8:49-51).

Al hacer esto, Jesús expuso la naturaleza falaz del ataque Ad Hominem y demostró que era irrelevante para el argumento frente a ellos. Se negó a participar ni a devolver el insulto personal y, en cambio, se centró en presentar sus enseñanzas y razonamientos para respaldar su posición.

Se pudiera responder a esta falacia de esta manera: "Entiendo que puedes estar en desacuerdo con mi perspectiva, pero atacarme personalmente no aborda el argumento real en cuestión. Centrémonos en discutir los hechos y la evidencia en lugar de recurrir a insultos o ataques personales".

Conclusión

Espero que al explicar estas tres falacias lógicas, acompañado de los ejemplos de las respuestas de Jesús, podamos aprender a identificar este tipo de argumentos fallidos. Más allá de solo identificarlos, también espero que hayamos podido observar cómo es posible responder a ellos sin engañarnos pensando que son argumentos válidos.

En la siguiente entrega, exploraremos otras tres falacias, junto con explicaciones y ejemplos similares.


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