25.9.06

12 Refutaciones a la Inexistencia de Dios - Sexto Argumento

"Dios no puede haber creado sin motivo; eso supuesto, es imposible discernir uno solo."
-Sebastian Faure, 6to argumento

En el libro "Doce Pruebas de la Inexistencia de Dios", por Sebastián Faure, bajo el sexto argumento, dice lo siguiente:

"De cualquier lado que se examine, la creación resta inexplicable, enigmática, vacía de sentido.

Y salta a la vista que, si Dios ha creado es imposible admitir que haya cumplido este acto grandioso y del cual las consecuencias debían ser fatalmente proporcionales al acto mismo, por consiguiente, incalculables, sin haberse determinado a ello por una razón de primer orden.

Y bien. ¿Cuál será esta razón? ¿Por qué motivo Dios se ha podido determinar a crear? ¿Qué móvil le ha impulsado? ¿Qué deseo le ha tomado? ¿Qué propósito se ha formado? ¿Qué objeto ha perseguido? ¿Qué fin se ha propuesto?

Multiplicada, en este orden de ideas, las cuestiones y las cuestiones, dadle vueltas y más vueltas al problema; examinadlo bajo todos sus aspectos; examinadlo en todos los sentidos y yo os reto a resolverlo de otra manera que no sea por cuentos o por sutilidades.

Mirad: he aquí a un niño educado en la religión cristiana: su catecismo le afirma, sus maestros le enseñan que es Dios quien lo ha creado y lo ha puesto en el mundo. Suponed que él se hace esta pregunta: ¿Por qué Dios me ha creado y me ha puesto en el mundo? Y que quiera encontrar una respuesta seria y razonable. No podrá obtenerla. Suponed todavía que, confiando en la experiencia y en el saber de sus educadores, persuadido que por el carácter sagrado de que curas y pastores están revestidos por los conocimientos especiales que poseen y por las gracias particulares; convencido que por su cantidad, ellos están más cerca de Dios que él y mejor iniciados que él a las verdades reveladas, suponed que este niño tenga la curiosidad de pedir a sus maestros porqué Dios le ha creado y le ha puesto en el Mundo: yo afirmo que ellos no pueden dar a esta simple interrogación respuesta alguna satisfactoria, sensata.

En verdad, no la hay."

Aparentemente, Faure está completamente seguro de una cosa: "la creación está vacía de sentido". Si fuera consistente, tendría que decir que nada en el mundo tiene sentido. Pero si esto es cierto, entonces la frase "la creación está vacía de sentido" tampoco tiene sentido. De hecho, el libro completo de Faure tampoco tendría sentido . . . entonces, ¿para qué lo habrá escrito, y por qué deberíamos leerlo?

Este es el mismo exacto dilema en el que Faure se enfrasca cuando considera a Dios. Es decir, primero se inventa que nada de lo que Dios ha hecho tiene sentido, y luego se pregunta por qué Dios habrá hecho algo sin sentido. Sin embargo, por sus propias demandas, el falso dilema de Faure tampoco tiene sentido, por lo que pudiéramos descartarlo como una mera insensatez de su parte.

Faure piensa que su desconocimiento de las razones de Dios, o quizás - incluso concederé - el fracaso de algunos para explicarlo, son suficiente evidencia de que Dios hizo lo que hizo insensatamente. Incluso, al pedir una respuesta, dice que el requisito de esa respuesta es que "no sea por cuentos o por sutilidades"; sin embargo, Faure no define lo que él considera un "cuento" ni una "sutilidad".

Si estos son designios subjetivos de su parte, entonces todo lo que ofrezcamos como respuesta será rechazado sin consideración. Faure probablemente no quiere recibir una respuesta a su pregunta. Si lo quisiera, él hubiera definido lo que es "cuento" y "sutilidad". Más aún, hubiera provisto de razonamientos de por qué su idea particular (cualquiera que sea) de lo que es "cuento" y "sutilidad" es suficiente base para rechazar una respuesta dada. Por supuesto, él no hace esto. Como un niño que hace una pregunta, y luego se tapa los oídos para no escuchar respuestas, Faure se da a sí mismo la respuesta que quiere oír: "no hay respuesta".

"¡Vamos! ¡Filósofos profundos pensadores sutiles, teólogos, prestigiosos, responden a este niño que os interroga y decidle porqué Dios lo ha creado y lo ha puesto en el Mundo!

Estoy bien tranquilo: no podéis responder, al menos que no digáis: “Los designios de Dios son impenetrables”, y que no deis esta respuesta como suficiente."

En realidad, existe una respuesta muy clara y sencilla a la pregunta "¿Por qué Dios me ha creado y me ha puesto en el mundo?", y no es "los designios de Dios son impenetrables". Acá está:

"Lo hizo porque quiso."


El ateo querrá ahora preguntar, "¿Y por qué lo quiso así?" La respuesta una vez más sería, "quiso porque quiso".

En este punto, el ateo estaría furioso, o bien se burlaría de mí por esta respuesta. El ateo no estará satisfecho hasta que se le otorgue una respuesta diferente a esta. No obstante, insistiré que mi respuesta no es sólo válida, sino que también es compatible y consistente con la revelación del Dios de la fe Cristiana.

Si Dios es, como la fe Cristiana afirma, Omnisciente y Soberano, y además de comunicar estos atributos al hombre, también ha comunicado que ha creado con un propósito, entonces yo sólo necesito saber esto para sentirme completamente satisfecho. Por supuesto, el ateo cuestionará el que Dios nos haya comunicado esto, pero esto me tiene sin cuidado, ya que el ateo ha negado a Dios de antemano, y por consiguiente, ha negado a priori la posibilidad de que Dios haya podido comunicado algo a la humanidad.

¿En qué se diferencia mi respuesta a la que Faure predijo que innegablemente daría, "los designios de Dios son impenetrables"?

Se diferencia en que "los designios de Dios son impenetrables" es, en relación a esta pregunta, una respuesta agnóstica, débil, confusa y cobarde. La persona que responde de esta manera realmente está diciendo, "quizás Dios tuvo un propósito, pero quizás no... de todos modos no lo sabemos ni hay forma de saberlo". La persona que responde de esta manera debería avergonzarse de ser llamado hijo de Dios, o bien debería avergonzarse de su mini-ateísmo.

En cambio, la respuesta que ofrezco, "lo hizo porque quiso" es una respuesta fuerte, final y absoluta. No hay misterios ni dudas en ella, sino que se defiende la revelación por parte de Dios y Su carácter. Es una respuesta que alaba a Dios por Su soberanía, omnisciencia y bondad (y digo "bondad" en el sentido absoluto, trascendente y final; no bondad como el ateo lo quiera definir en el momento, según su propia opinión de lo que significa ser bueno).

El propósito de Dios en hacer algo se halla en Su voluntad, en Su elección en hacer. Dios hace todas las cosas con motivo, según nos ha dicho El mismo. Yo no tengo por qué explicar las cosas que Dios hace más allá de lo que he conocido de El, ni poseo la autoridad ni el conocimiento para juzgar si sus razones son buenas o no según mis conceptos subjetivos de lo que es bueno o no.

Preguntar por qué quiso lo que quiso lo que quiso lo que quiso me llevará al mismo lugar: El quiso. Sólo me basta saber que quiso hacer algo y lo hizo. No es por nada que Dios se haga llamar "Padre nuestro"; el niño no le anda preguntando a su padre por qué hace cada cosa que hace, sino que implícita en su relación está la confianza de que su padre sabe lo que está haciendo. Al niño sólo le basta saber que el padre quiso algo, y el niño lo acepta.

Faure comete otra gran falacia, la cual ilustro a continuación, primero citando su escrito:

"Lo que diferencia los actos de un hombre sensato de los actos de un insensato, es que los actos del primero se explican, es que tienen una razón de ser, es que se distingue en ellos la causa y el objetivo, el origen y el fin, mientras que los actos de un hombre privado de razón no se explican, es incapaz él mismo de discernir la causa y el objetivo; no tiene razón de ser.

Y bien: Si Dios ha creado, sin objeto, sin motivo, ha obrado a la manera de un loco y la Creación aparece como un acto de demencia."

Faure dice que si un hombre no puede explicar por qué hace tal o cual cosa, es porque el hombre es demente. Aunque esto no es necesariamente así, ya que todos los días hacemos cosas sin saber por qué (por ejemplo, nos movemos de cierta manera mientras dormimos, reaccionamos impulsivamente a favor o en contra algo, etc.), dejemos eso a un lado, y prestemos atención a la falacia que Faure comete.

El argumento de Faure, como está expresado, pretende ser este:

"Si un sujeto X no sabe por qué él mismo hace algo, el sujeto X (él mismo) es un demente."

Sin embargo, la conclusión que Faure deriva de esto ("Dios es un demente") está basado sobre otro argumento absurdo y oculto. Faure no pregunta ni considera si Dios sabe El mismo por qué hace las cosas; lo que a Faure le molesta es que él, Faure, no sabe por qué Dios hace las cosas. El argumento oculto de Faure es el siguiente:

"Si un sujeto X no sabe por qué otro sujeto Y hace algo, el otro sujeto Y es un demente."

En el argumento oculto de Faure, el "sujeto X" es Faure, y el "otro sujeto Y" es Dios. Según Faure, si él no entiende por qué Dios hace algo, ¡Dios es un demente! Pero por supuesto, la demencia sólo está en la tremenda confusión de la cual Faure sufre, ya que el segundo argumento no tiene que ver con el primero que él expresó, y por tanto su conclusión es un non sequitur del primer argumento.

Encima de esto, el segundo argumento oculto de Faure es una pura estupidez. Qué tal si yo utilizara su argumento y dijese, "si yo no puedo saber por qué Faure decide hacer argumentos estúpidos, entonces Faure es un estúpido." Como Faure ya no vive para ofrecer una razón, y por consiguiente jamás recibiré una respuesta de su parte, yo pudiera afirmar que "¡Faure es un estúpido!" ¿Sería válida mi conclusión?

Si es válida, entonces la afirmación "Faure es un estúpido" es verdadera, y por tanto su argumento es estúpido. Si no es válida, no lo es porque es estúpida, y por tanto el argumento oculto queda probado como una estupidez. Cualquier resultado a esta pregunta revela que el sexto argumento de Faure es inválido.

NOTA: En caso de que alguien quiera acusarme de que he proferido un ad hominem (ataque personal) contra Faure, le pido que lea de nuevo con atención. Mi refutación no es que el argumento de Faure es estúpido porque Faure es estúpido, lo cual sí sería ad hominem. Mi refutación es que el argumento mismo de Faure se puede usar para arrojar como conclusión que él es un estúpido; o sea, en otras palabras, es internamente auto-contradictorio. De hecho, se puede usar para probar cualquier cosa, porque a fin de cuentas es un argumento falaz.

Gozo en Su reposo,

A&R

22.9.06

12 Refutaciones a la Inexistencia de Dios - Quinto Argumento

"El ser inmutable no pudo haber creado."
-Sebastian Faure, 5to argumento

En el libro "Doce Pruebas de la Inexistencia de Dios", por Sebastián Faure, bajo el quinto argumento, dice lo siguiente:

"Dios es inmutable.

Yo considero que, si él ha creado, no es inmutable, porque en este caso, ha cambiado dos veces.

Determinarse a querer, es cambiar; resulta evidente que hay un cambio entre el ser que no quiere aun y el ser que quiere.

Si yo quiero hoy lo que no quería, lo que no pensaba hace 48 horas es que se ha producido en mí o en torno a mí una o varias circunstancias que me han determinado a querer. Este querer de nuevo constituye una modificación; no hay duda: es indiscutible.

Paralelamente: determinarse a obrar, u obrar, es modificar.

Además, es cierto que esta doble modificación: querer obrar, es tanto más considerable y acusada cuanto más se trata de una resolución más grave y de una acción más importante.

¿Dios ha creado, decís? Sea. Luego ha cambiado dos veces: la primera, cuando ha tomado la determinación de crear; la segunda, cuando poniendo en ejecución su determinación, ha cumplido el gesto creador.

Si ha cambiado dos veces no es inmutable.

Y si no es inmutable, no es Dios. No existe.

El ser inmutable no puede haber creado."

Realmente no hay mucho qué decir en respuesta a este argumento, ya que está tan cargada de asumidos de parte de Faure, que hasta da risa.

Faure parece entender que el Cristiano afirma que Dios es inmutable en todos sus aspectos, incluso en Su consciencia. De dónde Faure saca esta idea, no lo sabemos, ya que el Cristiano sólo afirma que Dios es ontológicamente inmutable, o sea, no cambia en cuanto a Su naturaleza. Por ejemplo, Dios nunca creció en deidad hasta que llegó a ser lo que es hoy. Siempre fue, y siempre será, tal y como se nos manifiesta hoy día.

Faure dice que es "evidente que hay un cambio entre el ser que no quiere aún y el ser que quiere". Sin embargo, insistiremos con toda fuerza que cambios de actitud, determinación ni acción modifican al ser en el plano ontológico. Es decir, mi naturaleza humana no cambió desde que me propuse escribir esto hasta este momento. Sigo siendo tan ser humano como antes. El hombre que trabaja y el hombre holgazán son idénticos en cuanto a su naturaleza, ambos son tan humanos como cualquier otro.

Ideas como la de Faure son las que han conducido al hombre a cometer las atrocidades más grandes de la historia, incluyendo crímenes por racismo, holocaustos, terrorismo, etc.. Si mi naturaleza cambia, y por consiguiente soy menos que un ser humano por el hecho de hacer o creer tal o cual cosa, entonces los super-humanos que quedan, por aquello de la "supervivencia de los más dotados", se sentirán complelidos de eliminarme de la faz de la tierra. El Cristiano hace una distinción entre la cualidad del ser y sus acciones y pensamientos.

Más allá de estos asuntos, Faure continúa imponiendo sobre Dios la idea de "antes de" y "después de", ideas que están en oposición a la noción de Dios como Ser Eterno (Omnitemporal). Es cierto que para fines de Su manifestación es válido hablar de Dios "antes de" y "después de" ciertos hechos históricos, pero en esencia, el creyente sabe que Dios siempre Es.

Además, así como es Omnitemporal es Omnisciente, que conoce todo, incluso conoce lo que conoce, y conoce el hecho de que lo conoce todo. Por esto es ridículo hablar sobre lo que Dios era o pensaba "antes de determinar" tal o cual cosa. El simple hecho de que Dios sabía lo que haría antes de que fuera manifiesto, elimina por completo la idea de que Dios decidiera de repente y sin antecedente tal o cual cosa.

En conclusión, observamos que la confusión de Faure se debe a que se ha inventado un falso concepto del ser y una idea errada de la eternidad.

Gozo en Su reposo,

A&R

21.9.06

12 Refutaciones a la Inexistencia de Dios - Cuarto Argumento

"El Ser eterno, activo, necesario, no puede en momento alguno haber estado inactivo o inútil."
-Sebastian Faure, 4to argumento

En el libro "Doce Pruebas de la Inexistencia de Dios", Sebastián Faure, bajo el cuarto argumento, dice lo siguiente:

"Si Dios existe, es eterno, activo y necesario.

[...]

Puesto que, solo, bastándose a sí mismo, ha dependido de su única voluntad que toda sea y que nada no sea. Es él, pues: Eterno, Activo y Necesario.

Tengo la pretensión, y voy a demostrarlo, que si es Eterno, Activo y Necesario, debe ser eternamente activo y eternamente necesario; que consecuentemente, no ha podido, en momento alguno, ser inactivo o inútil; que, por consiguiente, en fin, no ha sido [sic] creado jamás."

Al leer el argumento hasta esto punto, entiendo que Faure argumenta que Dios debe permanecer eterno, activo y necesario, y si se identificara un instante en que falla en una de estas cualidades, eso negaría la posibilidad de ser de ese Dios. Sigamos leyendo con cuidado.

"Decir que Dios no es eternamente activo, es admitir que no siempre lo ha sido, que ha llegado a serlo, que ha empezado a ser activo, que antes de serlo, no lo era; y puesto que es por la Creación que se ha manifestado su actividad, eso es admitir, al mismo tiempo que, durante los millones y millones de siglos que, quizá, han precedido la acción creadora, Dios estaba inactivo."

Este párrafo muestra que el argumento es sumamente absurdo, y es una prueba del cajón del cual el ateo no quiere salirse, ni siquiera para analizar nuestros argumentos honestamente. Fíjense que Faure basa todo su concepto de la "inactividad" de Dios sobre la idea de que "es por la Creación que se ha manifestado su actividad". Para Faure, la manifestación de la actividad de Dios por la Creación es la única oportunidad que Dios tiene y ha tenido para existir.

Esto revela una tendencia rebelde e idólatra hacia el ser humano, y no debería extrañarnos, ya que el ateo típicamente se enaltece en un altar a sí mismo como juez supremo de todas las cosas. Fíjense cómo Faure otorga la actividad de Dios únicamente durante la época en que se ha podido manifestar o evidenciar; inferimos que Faure pretende decir que esta manifestación deberá siempre tomar lugar bajo la verificación del hombre, o si no, simplemente no ha ocurrido. Mientras que el hombre no pueda verificar que Dios ha estado activo, para Faure, simplemente no lo ha estado.

Esto simplemente no es lo que creemos. El concepto de eternidad precisamente descarta la idea de que la actividad divina pueda delimitarse a un marco temporal. Aquello de "antes de ser" no aplica a Dios, ya que Dios no tiene "antes" en Su Ser, pues es el principio y fin de todo ser y de toda existencia (Apoc 22:13).

Faure sigue así:

"Decir que Dios no es eternamente necesario, es admitir que no lo ha sido siempre, que ha llegado a serlo, que ha empezado a ser necesario, que antes de serlo no lo era, y puesto que es la creación que proclama y atestigua la necesidad de Dios, eso es admitir a la vez que, durante millones y millones de siglos que han precedido quizá a la acción creadora, Dios era inútil."

De nuevo, Faure comete el error de intentar delimitar a Dios dentro de un marco temporal. No sólo eso, sino que - consistentemente con su Humanismo - pretende hacernos creer que la necesidad y utilidad de Dios dependen de la existencia del hombre. Es decir, según Faure, Dios es necesario únicamente mientras que el hombre afirme que lo es.

Por supuesto, Faure escribe que la utilidad y necesidad de Dios dependen de la existencia de la creación y no la del hombre, pero esto no hace diferencia a mi punto, ya que el ateo considera la creación únicamente como el espacio de tiempo en que el hombre pueda evidenciar su existencia. Sin embargo, desde el punto de vista Cristiano, la creación sólo necesita existir en la mente de Dios para que se pueda hablar de ella como una realidad (Salmo 90:1-2; 1 Pedro 1:20).

De modo que vemos que el blasfemo juicio de que Dios fue inútil no se debe más que a la inutilidad misma de Faure en comprender que ni la actividad, ni la utilidad, ni la necesidad de Dios son contingentes en que el hombre ni la materia existan. Dios es Dios por toda la eternidad (Isaías 44:6, 45:5-7).

Incluso, según las Escrituras, observamos que Dios eterna y activamente ha amado a Su único engendrado Hijo. En Sus propias Palabras: "Y ahora, glorifícame Tú, Padre, junto a Ti, con la gloria que tenía contigo antes que el mundo existiera . . . quiero que los que Me has dado, estén también conmigo donde Yo estoy, para que vean Mi gloria, la gloria que Me has dado; porque Me has amado desde antes de la fundación del mundo." (Juan 17:5, 24). Este simple hecho en la fe Cristiana destruye totalmente este argumento "ateo".

Gozo en Su reposo,

A&R

19.9.06

12 Refutaciones a la Inexistencia de Dios - Tercer Argumento

"Lo perfecto no puede producir lo imperfecto."
-Sebastian Faure, 3er argumento

En el libro "Doce Pruebas de la Inexistencia de Dios", Sebastián Faure, bajo el tercer argumento, dice lo siguiente:


"Estoy convencido que si yo sometiese a un creyente esta cuestión: '¿Lo imperfecto puede producir lo perfecto?', este creyente me respondería sin la menor vacilación y sin el menor temor de equivocarse: 'Lo imperfecto no puede producir lo perfecto'.

En ese supuesto digo yo: 'lo perfecto no puede producir lo imperfecto' y yo sostengo que mi posición posee la misma fuerza y la misma exactitud que la precedente, y por las mismas razones."


En este nuevo argumento, Faure plantea que lo perfecto no puede producir lo imperfecto, pero lo hace basado en su aserción de que esa proposición es igual a decir "lo imperfecto no puede producir lo perfecto". Esta equivalencia es falaz, ya que el creyente dirá que lo imperfecto no puede producir lo perfecto por razón de ser imperfecto, no porque sean ontológicamente diferentes. Faure acá comete la falacia reversible (esto es, si p entonces q = si q entonces p, o en este caso, p causa q = q causa p).

Entonces, si lo imperfecto, por ser imperfecto, no puede producir lo perfecto, pudiéramos deducir de esto que lo perfecto sí puede producir lo imperfecto. Quizás esa oración fue confusa, me explico: La cualidad que impide a lo imperfecto crear lo perfecto es precisamente su imperfección. Si lo imperfecto se volviese perfecto, entonces adquiriría la capacidad de crear lo perfecto instantáneamente, y no sólo lo perfecto, sino también lo imperfecto (explico esto más adelante).

Mientras que el creyente insiste en que lo imperfecto, por ser imperfecto, no puede crear lo perfecto, Faure muestra su garrafal error en el siguiente párrafo:

"[...] entre lo perfecto y lo imperfecto no existe solamente una diferencia de grado, de cantidad, sino también una diferencia de cualidad, de naturaleza, una oposición esencial, fundamental, irreductiblemente una diferencia más o menos profunda y amplia, sino un abismo tan vasto y tan profundo que nada podría franquearlo ni llenarlo."


Faure no sólo basa su argumento en la diferenciación equivocada en cuanto a la relación de estos dos, sino que esto es, en parte, la misma táctica usada en el argumento anterior. Es decir, esa frase de "tan vasto y tan profundo que nada podría franquearlo ni llenarlo" es un asumido insertado, pero no es necesariamente verdadero - de hecho, desde nuestro punto de vista es netamente falso. Un Ente perfecto, precisamente por su cualidad de ser perfecto, puede "franquear y llenar" todo lo que El quiera.

Ahora, ¿podría un ser humano imperfecto crear un argumento perfecto sobre por qué Dios no pudiera hacer esto? Faure mismo admitiría, ¡no puede! Cualquier argumento que el hombre levante para negar que Dios puede hacer esto o lo otro es un argumento imperfecto, con posibilidad de error. Por tanto, ningún ateo puede darnos una razón perfecta sobre por qué Dios no pudiera hacer esto.

Faure continúa diciendo:

"Por el contrario, existe una relación directa, fatal y en cierto modo matemática, entre la obra y el autor de ella: tanto vale la obra, tanto vale el obrero; tanto vale obrero, tanto vale la obra. Es por la obra que se reconoce al obrero, como es por el fruto que se reconoce al árbol.

Si yo examino una redacción mal hecha en la que abundan las faltas de francesas, en la que las frases son mal construidas, en la que el estilo es pobre y desaliñado, en la que las ideas son raras y banales, en la que los conocimientos son inexactos, no se me ocurrirá la idea de atribuir esa mala página de francés a un cincelador de frases, a uno de los maestros de la literatura.

Si yo dirijo la mirada sobre un dibujo mal hecho, en el que las líneas son mal trazadas, las reglas de la perspectiva y de la proporción violadas, no se me ocurrirá jamás atribuir ese esbozo rudimentario a un profesor, a un maestro, a un artista. Sin la menor vacilación, diré: la obra de un alumno, de un aprendiz, de un niño; y tengo la seguridad de no cometer error, tanto es verdad que la obra lleva la marca del obrero y que, por la obra, se puede apreciar al autor de ella."

En estos párrafos, Faure obvía un detalle crítico cuando se analiza la persona de Dios: Su voluntad, o bien Su capacidad de poseer intenciones. Faure piensa que alguien perfecto no pudiera crear algo imperfecto, ni siquiera si lo decidiera hacer. De algún lugar Faure deriva la idea de que lo perfecto solamente puede crear cosas perfectas.

Quizás Faure piensa que si él fuese perfecto, sólo creara cosas perfectas, y quizás Faure piensa que esto es una noción perfecta acerca de la perfección. Sin embargo, a fin de cuentas, él no es más que un ser humano imperfecto, y por consiguiente (como Faure mismo admitiría, ya que lo imperfecto no puede crear lo perfecto), sus ideas sobre la perfección también son imperfectas.

Esta demanda quizás aplicaría a la mecánica, ya que una máquina que produzca algo defectuoso probablemente esté defectuoso (a pesar de esto, sería imposible encontrar una máquina que fuera perfecta, pero para fines de este ejemplo, concederemos que existen grados de imperfección).

Sin embargo, esto simplemente no aplica a un Ser perfecto y con voluntad. Es decir, si ese Ser no puede decidir crear algo imperfecto, entonces argüiremos que ese Ser en realidad no es perfecto. Un ser perfecto cuya voluntad esté irremediablemente limitada de alguna forma es un concepto internamente contradictorio.

A continuación me propondré a escribir la siguiente oración usando una horrible ortografía. Ustedes juzguen si logré hacer una oración perfectamente horrible o no.

ola vienbenido a mi vlog etoy mui emosionado de exribir aki

¿Logré lo que me propuse? ¡Por supuesto! Me propuse escribir una oración horrible en ortografía, y lo hice. Lo hice perfectamente. Por supuesto, esa era mi intención, y fue lo que conseguí.

Ahora bien, Faure diría que sólo leyendo esa oración, él pudiera deducir que la persona quien lo escribió una persona de poca educación. Sin embargo, no es así necesariamente. Esa oración la pudo haber escrito tanto una persona de poca educación como una de vasta educación. Es más, yo diría que la persona con más educación tiene más posibilidades de haberlo escrito a propósito, ya que tiene la opción de escribir bien como de escribir mal. Todo depende de lo que se haya propuesto.

El ateo probablemente preguntará, "¿pero para qué Dios hubiera querido crear algo imperfecto?", a lo que pudiéramos replicar con una infinitud de respuestas satisfactorias, todas basadas en Su intención y Su voluntad. Por ejemplo, si me preguntaran que para qué yo jamás quisiera escribir una oración con mala ortografía, sólo tendría que mostrarle este escrito, en el que me propuse a escribir mal precisamente para ilustrar un punto. Fue mi intención, y lo logré perfectamente (esto en ninguna manera implica que yo soy un ser perfecto, ya que yo no logro perfectamente todo lo que me propongo hacer).

El mismo Faure ilustra mi punto en lo que sigue:

"Luego, la Naturaleza es hermosa; el Universo es magnífico y yo admiro apasionadamente, tanto como el primero, los esplendores, las magnificencias de las que nos ofrece constante espectáculo. Sin embargo, por entusiasta que yo sea de las bellezas de la Naturaleza y no importa el homenaje que yo le tribute, no puedo decir que el Universo es una obra, sin defecto, irreprochable, perfecta. Y nadie se atrevería a sostener tal opinión.

El Universo es una obra imperfecta."


Faure admite que el Universo posee las dos cualidades que yo afirmo puede crear un ser perfecto, con voluntad e intención. Al contrario, si el Universo fuese solamente perfecto (a mis ojos) me quedaría el cuestionamiento de si Dios verdaderamente es perfecto, ya que luciría que no tiene tan amplio rango de opciones a Su disposición, pero esto no es lo que vemos.

De este modo, vemos que este tercer argumento fracasa, ya que de pie a cabeza no es más que la falacia reversible.

Gozo en Su reposo,

A&R

18.9.06

12 Refutaciones a la Inexistencia de Dios - Segundo Argumento

"El 'espíritu puro' no puede haber determinado el Universo."
-Sebastian Faure, 2do argumento

En el libro "Doce Pruebas de la Inexistencia de Dios", Sebastián Faure, bajo el segundo argumento, dice lo siguiente:


"A los creyentes que, a despecho de toda razón, persisten en admitir la posibilidad de la creación, les diré que en todos los casos es imposible de atribuir esta creación a su Dios. Su Dios es puro Espíritu. Y yo digo que el puro Espíritu: lo Inmaterial no puede haber determinado al Universo: lo material. He ahí porqué: El puro Espíritu no es separado del Universo por una diferencia de grado, de cantidad, sino por una diferencia de naturaleza, de cualidad."

Es irónico que siendo ateo, Faure empieza su segundo argumento ofreciéndonos una lección acerca de la ontología (cualidad de esencia o naturaleza) del Espíritu. Sin embargo, observamos que en realidad ha emitido un buen entendimiento de la diferencia entre lo espiritual y lo material. Estoy totalmente de acuerdo con la última oración de este párrafo, la cual repito:

"El puro Espíritu no es separado del Universo por una diferencia de grado, de cantidad, sino por una diferencia de naturaleza, de cualidad."

Si lo fuésemos a decir de otra manera, podríamos decir que el Espíritu, ya que no es meramente "más" ni "más alto" ni "más distante" que lo material, sino totalmente distinto en naturaleza, no puede ser considerado, medido, ni percibido por los mismos medios que a lo material.

Faure continúa explicando su concepto de lo espiritual así:

"De manera que el Espíritu puro no es ni puede ser una ampliación del Universo del mismo modo que el Universo no puede ser una reducción del Espíritu puro. La diferencia aquí no es solamente una distinción, sino una oposición, oposición de naturaleza: esencial, fundamental, irreducible, absoluta.

Entre el Espíritu puro y el Universo, no hay únicamente un abismo más o menos grande y profundo que podría ser calmado o franqueado: hay un verdadero abismo, cuya profundidad y extensión, cualquiera que sea el esfuerzo intentado, nadie ni nada podría colmar ni franquear."

¿"Nadie ni nada"? ¿Cómo sabe Faure esto? Esto no es lo que creemos los Cristianos, sino un punto que él ha asumido e introducido. Expando más sobre esto adelante, sigamos con Faure:

"Y yo emplazo al filósofo más sutil, lo mismo que al matemático más consumado, a levantar un puente, es decir, a establecer una relación - la que sea - (y con mayor razón una relación tan directa y tan estrecha como la que liga la causa al efecto) entre el Espíritu puro y el Universo."

¿Quiere una relación entre lo espiritual y lo material? Muy bien, acá está: El Dios todopoderoso puede franquear ese "abismo". Por supuesto, esto contradice su premisa de "nada ni nadie" señalada anteriormente, pero ¿por qué debe importarme que la verdad contradiga las premisas del ateo? Esa premisa de "nada ni nadie" no la insertó un Cristiano, ya que todo creyente entiende las muchas maneras en que Dios ha "cruzado" tal abismo: lo hizo en la creación, lo hizo en el huerto, lo hizo en la zarza, lo hizo en el torbellino, lo hizo en las nubes, y sobre todo, lo hizo en Cristo (Filipenses 2:5-7).

Así también Pablo dice "De uno solo, Dios hizo todas las naciones del mundo para que habitaran sobre toda la superficie de la tierra, habiendo determinado sus tiempos y las fronteras de los lugares donde viven, para que buscaran a Dios, y de alguna manera, palpando, Lo hallen, aunque El no está lejos de ninguno de nosotros. Porque en El vivimos, nos movemos y existimos, así como algunos de los poetas de ustedes han dicho: 'Porque también nosotros somos linaje Suyo.' " (Hechos 17:26-28).

El punto es que Dios no necesita cruzar grandes distancias para alcanzar el universo, ya que en lo espiritual no hay distancias (el mismo Faure había admitido esto en la apertura a este argumento, sin embargo, parece que se le olvidó inmediatamente). Vivimos, nos movemos, y existimos (somos) en El. La tensión del ateo yace únicamente en la premisa "nada ni nadie" del que insensatamente querrá apegarse (del cual tiene fe ciega).

Faure sigue, armando su conclusión:

"Llegado a este punto de mi demostración, establezco sólidamente sobre los dos argumentos que preceden, la siguiente conclusión:

Hemos visto que la hipótesis de una potencia verdaderamente creadora es imposible. Hemos visto, en segundo lugar, que, aún cuando se persiste en creer en esta potencia, no se podría admitir que el Universo esencialmente material haya sido determinado por el Espíritu puro, esencialmente inmaterial."

Como hemos visto por mis comentarios, sus dos argumentos en realidad no se establecen sobre una base sólida. Tampoco hemos visto cómo demostró que lo material no pueda partir de lo immaterial. Estas son afirmaciones de triunfo sin base alguna. Sin embargo, lo más irracional de este argumento viene a continuación:

"Si, a pesar de todo, vosotros os obstináis, creyendo, en afirmar que es vuestro Dios quien ha creado el Universo, ha llegado la hora de pediros dónde, en la hipótesis de Dios, se encuentra la Materia; en el origen, o en el principio.

Y bien. De dos cosas una: o bien la Materia estaba fuera de Dios o bien ella estaba en Dios (no le podríais asignar un tercer lugar). En el primer caso, si ella se hallaba fuera de Dios, es que Dios no ha tenido necesidad de crearla, puesto que ya existía; es que ella coexistía con Dios, es que era concomitante con él y, entonces, vuestro Dios no es creador."

En el segundo caso, es decir, si ella no estaba separado de Dios, ella estaba en Dios, y en este caso yo asumo:

lº que Dios no es el Espíritu puro puesto que él tenía en sí una partícula de materia, y qué partícula: la totalidad de los Mundos materiales.

2º. Que Dios, conteniendo la materia en él, no ha tenido que crearla, puesto que ella existía; no ha tenido más que hacerla salir, y en este caso, la creación cesa de ser un acto de creación verdadero y se reduce a un acto de exteriorización.

En los dos casos, no hay creación."

Esto meramente muestra un intento desesperado del ateo de forzar el recuento de la creación bajo un sistema materialista y ateo. Naveguemos con cuidado a través de sus conclusiones.

Primero, Faure pide saber "dónde" se encontraba la materia antes de ser creada. Concederemos que toda materia existente, por definición, puede ser ubicada en el espacio. Sin embargo, preguntar en dónde se ubica la materia inexistente es una demanda irracional. ¿Acaso sale Faure a buscar en qué país se encuentra la silla en la que se sentó en un sueño mientras dormía? La materia inexistente no existe, por tanto no puede ser ubicada en el espacio.

Por supuesto, el dilema del ateo es que no puede aceptar el concepto de materia inexistente, pues para él, por necesidad, toda materia es eterna. Pero al hacer esto, de nuevo notamos que su argumento es circular: "La materia no fue creada, sino que siempre ha existido; por tanto, la materia no fue creada . . . por tanto, la materia no fue creada . . . por tanto la materia no fue creada". El ateo puede repetir su premisa todas las veces que quiera, y nunca se convertirá en verdad.

Luego Faure introduce un dilema absurdo acerca de si la materia se encontraba dentro o fuera de Dios en el principio. Poniendo a un lado el hecho de que la materia inexistente, por ser inexistente, no ocupa un espacio (no está ni "dentro" ni "fuera"), preguntaremos, ¿de dónde saca el ateo su concepto de "dentro" y "fuera" de Dios? ¿Qué es lo que realmente quiere decir con esto?

Si lo que quiere decir es que la materia debe estar geográficamente dentro o fuera de Dios, rechazaremos su pregunta, ya que está hablando de un dios inventado. El Dios de la fe Cristiana no tiene "dentro" ni "fuera", geográficamente hablando, sino sólo los ídolos son ubicables en el espacio. Los términos "dónde", "lugar", "dentro" y "fuera" simplemente no son aplicables a lo espiritual.

También es digno de notar cómo Faure está desesperadamente agarrado de su presuposición (por fe ciega) de que la materia es eterna, ya que, aún hablando sobre la materia antes de ser creada, no la puede concebir de otro modo que "una partícula". Pero si la materia existía en forma de "una partícula", ¡entonces Faure no está realmente hablando sobre "antes de que la materia exista"! ¡Decídase por fin!

Otra cosa que me parece curiosa es la noción del ateo acerca de "la pureza". ¿De dónde la recibe? ¿En qué se basa su concepto de "pureza"? ¿Cómo es que Faure mide si algo espiritual es "puro" o no? ¿Qué sistema de medida objetiva y empíricamente evidenciable posee para medir lo "puro"? Podemos ver que su juicio de "pureza" es sólo una preferencia, una idea subjetiva y basada en el vacío. Dios pudiera tener "una partícula dentro de sí", sea como sea que lo entienda el ateo, y todavía ser completamente puro. Si el ateo cree que Dios debe ser juzgado por su opinión subjetiva de lo que significa "pureza", pues el ateo está hablando de un dios que no es el que reconoce la fe Cristiana. Nos uniremos con el ateo en negar la existencia de ese dios, aquel diosito que necesita inclinarse para que el ateo le juzgue y determine si es digno de llamarse puro o no.

Su segunda posibilidad nos pretende decir que si Dios tenía la materia en Sí, pues no fue creación sino exteriorización. Pero, ¿qué tal si Dios tenía la materia en Sí, pero la tenía en Su Mente (como nos lo revelan las Escrituras)? Dirá el ateo que una idea jamás puede convertirse en materia, pero nosotros no tenemos por qué regirnos bajo esta regla, ya que eso es verdad según las leyes naturales, no las sobrenaturales (que es de lo que estamos hablando cuando hablamos sobre la creación). De nuevo, el ateo sigue con su argumento circular, y tratando de imponérnosla.

Como hemos visto, Faure hasta el momento no ha ofrecido ni una sola evaluación acerca de las afirmaciones de la fe Cristiana, juzgándolas por sus propios méritos. Solamente nos ha dicho cómo Dios no puede existir ni haber creado dentro de un mundo ateo. Reduciendo las argumentaciones del ateo, observamos claramente la circularidad de sus argumentos: "Dios no existe, por tanto Dios no existe". Falacia del petitio principii.

Gozo en Su reposo,

A&R

15.9.06

12 Refutaciones a la Inexistencia de Dios - Primer Argumento

"El gesto creador es inadmisible."
-Sebastian Faure, 1er argumento

En el libro "Doce Pruebas de la Inexistencia de Dios", Sebastián Faure, bajo su primer argumento, dice lo siguiente:

"Crear, es sacar algo de nada. Es hacer con nada alguna cosa. Es llamar la nada a ser.

Eso supuesto, imagino que no se encuentra ni una sola persona dotada de razón que pueda concebir y admitir que de nada se pueda sacar algo, que con nada sea posible hacer alguna cosa.

Imaginad a un matemático, elegid el calculador más eminente, colocad detrás de él un enorme cuadro negro. Rogadle que trace sobre ese cuadro ceros y más ceros: podrá esforzarse en sumar, en multiplicar, en librarse todas las operaciones de las matemáticas, y no alcanzará jamás a extraer de la acumulación de esos ceros una unidad. Con nada, no se hace nada; con nada no se puede hacer nada. El famoso aforismo de Lucrecio ex nihilo nihil queda como la expresión de una verdad y de una evidencia manifiesta.

El gesto creador es un gesto imposible de admitir y es un absurdo."

¿Notaron la falacia? La "primera prueba" de Faure se pudiera reducir a lo siguiente: "No se puede crear algo de la nada; por tanto, Dios no pudo crear algo de la nada."

Por supuesto, su premisa "no se puede crear algo de la nada" asume muchas cosas, incluyendo el que Dios no exista. Es decir, todo Cristiano admitirá que naturalmente no se puede crear algo de la nada, pero a la vez afirmará que Dios sí puede hacerlo sobrenaturalmente.

Sin embargo, el ateo no querrá aceptar la posibilidad de lo sobrenatural, pero al hacer esto, tampoco acepta la posibilidad de que Dios exista (sea).

Pero, ¡un momento!! ¿Acaso no había dicho Faure en su introducción que no iba a argumentar sobre el eliminar a Dios como posibilidad a priori?? Observamos que en efecto, está haciendo precisamente lo que dijo que no haría. Si fuera honesto y consistente, Faure analizaría la creacion ex nihilo (de la nada) bajo la posibilidad de lo sobrenatural, y lo analizaría por los méritos propios de nuestro sistema y nuestras afirmaciones.

Por supuesto que desde el punto de vista del Ateo, no hay nada por sobre lo natural... pero eso es lo que ellos dicen. Sin embargo, el Cristiano no tiene ni por un segundo por qué considerar esto como un requisito válido. Mucho menos necesita el Cristiano permitir que un Ateo redefina lo que él cree, ni que dicte las pautas de cómo un Cristiano debe pensar o argumentar.

De tal forma vemos que Faure crea todo un muñeco de paja; tiene que inventarse que el Cristiano afirma que Dios crea cosas de la nada naturalmente (lo cual es falso, ya que el Cristiano afirma que Dios lo hace sobrenaturalmente), y luego pretende negar que algo sobrenatural pueda salir de lo natural (con lo cual el Cristiano común estaría de acuerdo).

A esto, el ateo pudiera decir "pues si existe lo sobrenatural, ¡muéstranos una evidencia!". En su necedad, por supuesto, el ateo pide una evidencia natural, empíricamente evidenciable, a algo sobrenatural y no evidenciable por los cinco sentidos (aunque sus efectos sí sean evidenciables). El Cristiano jamás debería entretener requisitos ilógicos como este, sólo deberá recordarle una y otra vez que sus requisitos están negando la evidencia que pretende hallar. Es como el que dice, muéstrame una gota de agua que mida una pulgada. Al no poder mostrarle esto, ya que el agua no se mide en distancias, ¿dirá la persona que las gotas de agua no existen?

Pero vayamos más allá, y analicemos la premisa del ateo bajo sus propios méritos. El ateo afirma que no se puede sacar algo de la nada. Por extensión lógica y consistente, debe también afirmar que la materia es eterna, que siempre ha existido, ya que como no se puede sacar algo de la nada, todo debe haber existido siempre.

¿Qué tal si le pidiéramos al ateo evidencia natural y empíricamente evidenciable de que la materia siempre ha existido, con qué nos presentará? Decir que simplemente sabemos esto es falso, ya que yo, por ejemplo, no lo sé (aún no me han presentado evidencias para sustentar esa afirmación...por favor lea el siguiente párrafo para entender a qué me refiero). Decir que esto simplemente tiene que ser hasta que se demuestre lo contario (de nuevo, naturalmente) es absurdo dentro del sistema ateo. ¿Acaso no es esto "fe ciega"?? ¿Acaso, dentro del sistema ateo, no teníamos que verificar todas las proposiciones naturalmente?

El ateo necesita demostrarnos, a nuestros ojos, en un laboratorio, usando el método científico, usando todos los requisitos que él mismo acepta como válidos y que requiere de otros, que la materia siempre ha sido y que jamás ha tenido un orígen. Si no puede hacer esto, dentro de los requisitos mismos del ateísmo, su premisa queda invalidada.

Un último punto que quisiera hacer: El ateo pretende manipularnos a aceptar la idea de que algo no puede salir de la nada, y lo hace basado en lo que ha observado empíricamente. Sin embargo, también observamos en la ciencia que un ser vivo jamás parte de un objeto animado, sino que siempre, en todos los casos y sin excepción, lo hace a partir de otro ser vivo. ¿Qué nos dirá el ateo? Una vez más, por fe ciega, nos dirá que la vida simplemente tuvo que haber empezado hace millones de años, y si es honesto, admitirá que cree que empezó a partir de objetos sin vida.

En respuesta a esto, el Cristiano sólo tiene que usar el mismo requisito del ateo. Cambiando las palabras de Faure, "Eso supuesto, imagino que no se encuentra ni una sola persona dotada de razón que pueda concebir y admitir que de [un objeto inanimado y muerto] se pueda sacar algo [vivo]."

¿Qué nos dirá el ateo? ¿Será consistente con sus demandas, y admitirá que su mismo sistema y requisitos niegan la posibilidad de que él esté vivo hoy día? ¿O dirá "mira, el hecho es que sí estamos vivos"? Pues, si dice eso, en respuesta le pudiéramos decir "¡mira, el hecho es que sí fuimos creados!!" El ateo jamás aceptaría una respuesta así de nuestra parte, y tampoco nosotros tenemos por qué aceptarlo de su parte.

Gozo en Su reposo,

A&R

14.9.06

12 Refutaciones a la Inexistencia de Dios - Introducción

Recientemente, mi hermano Crhystyann me hizo llegar un libro titulado "12 Pruebas de la Inexistencia de Dios", por Sebastián Faure. Por el título y la introducción, el libro promete ser todo un excelente tratado para desmoronar la fe verdadera de una vez por todas. Sin embargo, tan sólo una lectura superficial revela inmediatamente que el contenido del libro deja mucho qué desear. Lleno de falacias y errores (nada que me sorprenda, en realidad), es una muestra más de cómo el ateo está irremediablemente condenado a pensar irracionalmente, hasta que abandone su posición y se entregue a los brazos del Dios eterno.

En la siguiente serie trataré, lo más brevemente posible, de mostrar lo tontos que son estos argumentos. Pretendo que esto sea una herramienta para capacitar al pueblo de Dios para "luchar con armas espirituales".

Si alguien de la audiencia de no-creyentes lee esto con la esperanza de que yo presente argumentos afirmativos para defender al Dios de la fe Cristiana, de plano digo que quedará decepcionado, ya que no es el propósito que persigo. Sólo pretendo demostrar que estos "doce argumentos" son paja. No obstante, si una persona considera que estos doce argumentos son los únicos que detienen le detienen a creer, entonces estaré satisfecho en saber que "las fortalezas y argumentos que se levantan contra el conocimiento de Dios" (2 Cor 10:4-5) han sido derribadas.

Sólo me referiré a citas selectas, ya que comentar sobre el libro completo, línea por línea, me tomaría demasiado tiempo. Para que no se me acuse de citar fuera de contexto, acá está el enlace donde pueden leer el libro original, donde pueden comparar y juzgar si he sacado algo de contexto o no.

En este posteo, empiezo tratando con la introducción.

==========================

Faure empieza diciendo:

"Hay dos maneras de estudiar y de intentar resolver el problema de la inexistencia de Dios. La primera consiste en eliminar la hipótesis de Dios del campo de las conjeturas plausibles o necesarias para una explicación clara y precisa por la exposición de un sistema positivo del universo, de sus orígenes, de sus desarrollos sucesivos, de sus fines."

Aunque no vale la pena lidiar demasiado con este punto, ya que no es sobre lo cual el libro dedica mayor parte del contenido (lo cual aprecio), deberemos notar que acá Faure dice, básicamente, que una de las formas de eliminar la existencia de Dios es eliminar la posibilidad de que Dios exista. Esto es tan absurdo como que yo diga que para eliminar las cucarachas de mi casa, no tengo que llamar al fumigador, sino solamente eliminar la posibilidad de mi mente de que hayan cucharachas en mi casa.

Sólo hago notar esto para mostrar que, al parecer, Faure no explora esta dirección precisamente porque reconoce que es una tremenda falacia, un argumento netamente circular: "Dios no puede existir, por tanto Dios no existe." Por supuesto, el sabe que esta propuesta no le otorgará el combustible para llenar un libro completo, y por tanto se va por otro lado.

Más adelante, Faure menciona la metodología que pretende utilizar a través de su escrito, y es precisamente la de analizar las características del Dios de la fe Cristiana, y juzgar si corresponde a lo racional o si hay en esa descripción alguna contradicción. Faure dice:
"Es este dios que yo niego y es este solamente que yo quiero discutir y el que interesa estudiar, si queremos sacar de esta conferencia un provecho positivo, un resultado práctico.

Ese dios ¿Cuál es?

Puesto que sus representantes aquí abajo han tenido la amabilidad de pintárnoslo con gran lujo de detalles, aprovechemos esa gracia de sus fundados poderes; examinémosle de cerca; pasémosle la lupa: para discutirlo bien es necesario conocerlo bien."
Concederé que su metodología es la correcta. Es decir, para lidiar con una cosmovisión diferente a la de uno, se deberá analizar las proposiciones de dicha cosmovisión por sus propios méritos, y juzgar si existe entre ellas alguna contradicción.

Sin embargo, hay tres requisitos implícitos en la tarea que Faure persigue, y el no cumplir cualquiera de estas tres inmediatamente anula sus argumentos de plano. Estos son:

1) Faure necesita demostrar que su entendimiento acerca del Dios que pretende negar es correcto. Si hay un malentendido de su parte, cualquiera que sea, su argumento sería reducido a la falacia del muñeco de paja, en la que un argumento lidia, no con la proposición real del opositor, sino con una representación falsa de ella. Es una falacia porque en realidad no lidia con la proposición contraria, y por tanto es irrelevante a la discusión.

2) Faure, sobre esta base, necesitará mostrar que sus argumentos son lógicos y racionales. Es decir, sus argumentos no pueden sufrir contradicciones internas, ni pueden insertar asumidos, deseos, ni cualquier otra idea que falle en conducirnos a su conclusión por necesidad lógica.

3) Faure no podrá presuponer la posibilidad de que Dios no existe. Está de más repetir este punto, pero sólo lo listo porque es una falacia que el ateo usualmente comete, aún después de afirmar que no lo hará. Suele ocurrir muy sutilmente, por ejemplo, cuando el ateo dice que tal o cual proposición del Cristiano contradice a otra proposición que no pertenece al sistema del Cristiano, sino al sistema ateo. Es como decir, usando un ejemplo sumamente simple y reducido, "Dios no puede existir, porque el ateismo dice que Dios no existe; como el ateísmo está en lo cierto, la proposición del Cristiano no puede contradecirla."

(A la audiencia Cristiana, ojo con esto: jamás, por ninguna razón, acepte que el ateo le haga caer en la trampa de pretender que usted niegue su posición o afirme la suya como prerrequisito para conversar con él/ella. Desde que usted hace esto, no le queda otra que retirarse, ya que el ateo habrá logrado, sin siquiera entrar en la discusión, que usted renuncie a su fe.)


En los siguientes escritos, lidiaré con cada uno de los argumentos de Faure, uno por cada post. Siéntase libre de dejar sus comentarios.

Gozo en Su reposo,

A&R


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7.9.06

Crítica al Argumento de Consistencia Ontológica

Las personas quienes me acusarían de negar la resurrección frecuentemente forjan un argumento basado en 1 Corintios 15:13, aseverando que el "si, entonces" de Pablo no tendría sentido si estuviese hablando acerca de dos cosas de naturaleza totalmente distinta. Dicen que este verso es suficiente evidencia para probar una absoluta réplica ontológica (esto es, referente a la naturaleza) de la resurrección de Cristo, aplicado a los creyentes. Esto es a lo que llamo el argumento de "consistencia ontológica" en el siguiente artículo.

La acusación es que soy inconsistente cuando digo que el verso significa: "Y si no hay resurrección [espiritual] de muertos, entonces ni siquiera Cristo ha resucitado [físicamente]." En consecuencia, por mi supuesta inconsistencia, se me acusa de que niego la resurrección física de Cristo.

Lo que intento hacer en este artículo es atacar esta acusación en la raíz misma, no defendiéndome de ninguna de las acusaciones, sino probando que el argumento mismo carece de fundamento.

Si Pablo está en realidad argumentando una consistencia ontológica, mi primera pregunta sería, ¿por qué querría utilizar dos palabras diferentes para referirse a cada una de estas aplicaciones, como en efecto lo hace? Veamos el verso:

1Co 15:13 Y si no hay resurrección (anastasis) de muertos, entonces ni siquiera Cristo ha resucitado (egegertai):

Concederé el hecho de que ambas palabras (anastasis y egeiro) son usadas en otras porciones de las Escrituras para referirse al mismo asunto, esto es, al levantamiento de Cristo de entre los muertos. Lo que estoy cuestionando es la fuerza de la demanda aplicada a este verso. Si Pablo estuviese realmente arguyendo sobre una réplica ontológica de la resurrección de Cristo, sería natural esperar que utilice exactamente el mismo término aplicado a ambos (así como se nos presenta en prácticamente todas las traducciones). Esta ciertamente sería la forma más fuerte – la única, diría yo – para expresar una "consistencia ontológica". Sin embargo, Pablo no hace esto. Este simple hecho debería lograr que cuestionemos la fuerza de este argumento, pero de todos modos sigo.

Más adelante, Pablo sí utiliza exactamente el mismo verbo en aplicaciones paralelas en el verso 16:

1Co 15:16 Porque si los muertos no resucitan (egeirontai), entonces ni siquiera Cristo ha resucitado (egegertai);

Si hay algún verso en este capítulo en que el argumento de "consistencia ontológica" debería ser aplicado en el modo más formal, con completa consideración de las palabras actuales utilizadas, sería el verso 16, ya que en ambos casos el mismo exacto verbo es utilizado. Sin embargo, esto crea un problema enorme para aquellos quienes se oponen a mi entendimiento.

El verbo aplicado al levantamiento de Cristo está en la conjugación pasiva perfecta indicativa en singular del verbo egeiro. Lo más cercano al castellano sería "ha sido levantado", lo cual obviamente expresa una acción que ha tomado lugar en el pasado.

Por el otro lado, el verbo aplicado a "los muertos" está en el presente pasivo indicativo en plural del mismo verbo, egeiro. Lo más cerca en el castellano sería "siendo levantado". Por tanto, literalmente, el verso debería leerse como "Y si los muertos no están siendo levantados, entonces ni siquiera Cristo ha sido levantado." *vea la nota debajo

Por tanto, no hay forma de que uno pueda demandar una consistencia en la naturaleza de estos verbos, mientras que a la vez desechemos las conjugaciones respectivas de los verbos. Hacer esto simplemente sería una pobre práctica exegética.

Más aún, ¿qué sucedería si aplicásemos el argumento de la "consistencia ontológica" a otro pasaje similar?

Col 2:12 habiendo sido sepultados con El en el bautismo, en el cual también han resucitado con El (sunegerthete, compuesto por el verbo egeiros con el prefijo sun) por la fe en la acción del poder de Dios, que Lo resucitó (egeirantos) de entre los muertos.

Las personas quienes se adhieren a la interpretación tradicional serían culpables de la misma exacta "inconsistencia ontológica" de la cual soy acusado, ya que interpretarían este verso como:
Col 2:12 habiendo sido sepultados con El en el bautismo, en el cual también han resucitado [ espiritualmente ] con El por la fe en la acción del poder de Dios, que Lo resucitó [ físicamente ] de entre los muertos.
No sólo aplicarían el mismo verbo inconsistentemente, sino que la cláusula "con él" crea otro inmenso problema. Aunque estas palabras no aparecen explícitamente en el Griego, son inferidas a partir del prefijo "sun" en "sunegerthete", el cual expresa una acción conjunta entre dos o más sujetos. La mayoría de los traductores y comentaristas han comprendido que esto significa que la acción de "ser levantado" está conjuntamente aplicado a Cristo y a los creyentes simultáneamente, y yo concuerdo completamente con esta interpretación.

Si fuéramos a imponer la demanda del argumento sobre este verso, tendríamos que decir que: (1) los creyentes en el primer siglo fueron físicamente levantados simultáneamente con Cristo, ó (2) que como el levantamiento de los creyentes con Cristo es de naturaleza espiritual, así también el levantamiento de Cristo fue meramente espiritual. Ambas opciones conducen al sinsentido y al error.

Para tener absoluta claridad,
yo abogo por ninguna de estas dos interpretaciones, ni tampoco estoy forzado a hacerlo. El punto de todo esto es probar que el argumento de "consistencia ontológica" es débil, y ella misma es un detrimento a la fe Cristiana y al buen razonamiento. Ya que creo que este argumento carece de peso alguno, no me veo necesariamente forzado a aceptar ninguna de las dos opciones citadas arriba. De igual forma, también quedo libre de la acusación basada en 1 Corintios 15:13 mencionada en la apertura de este artículo. Uno primero debe defender, asumir y aplicar el argumento de la "consistencia ontológica" para luego ser culpable de dichas acusaciones.

Por otra parte, aquellos quienes sí sostienen este argumento son los que están obligados a lidiar con sus implicaciones lógicas. Por ejemplo, deben justificar claramente por qué escogen - de forma arbitraria - no demandar lo mismo en Colosenses 2:12 que demandan en 1 Corintios 15:13.

Para resumir estos tres puntos:

1) La aplicación del argumento de "consistencia ontológica" a 1 Cor 15:13 deberá ser cuestionada ya que Pablo utiliza dos palabras diferentes al hablar sobre "la resurrección de los muertos" y "el levantamiento de Cristo".

2) El verso en donde la "consistencia ontológica" pudiera ser demandado sería en 1 Cor 15:16, donde Pablo utiliza exactamente el mismo verbo para ambas aplicaciones. Sin embargo, mientras que el verbo aplicado a Cristo expresa el evento como algo pasado, el verbo aplicado a "los muertos" expresan una realidad presente y contínua. Uno no puede demandar consistencia ontológica mientras que desecha las conjugaciones de cada verbo particular. Esto sería una exegesis pobre.

3) La demanda por la "consistencia ontológica" crea inmensos problemas cuando se aplica a un verso similar, Colosenses 2:12. Por extensión lógica, se termina con un levantamiento físico de creyentes al mismo tiempo que Cristo fue levantado, o se termina negando la resurrección física de Cristo. Ambas opciones carecen de sentido y son detrimentos a nuestra fe.


Conclusión: El argumento de "consistencia ontológica" es evidentemente débil, y por tanto deberá ser completamente abandonado e ignorado, al igual que las acusaciones basadas en él.

Ciertamente doy la bienvenida a comentarios respetuosos, sin importar de qué lado de la discusión se está. Gracias de antemano, con gozo en Su reposo,


Alexander Rodríguez


*Nota: Al hacer comentarios sobre el idioma Griego, en ninguna manera pretendo aparentar ser un erudito de ese idioma, ni siquiera algo cercano. Soy meramente un estudiante quien utiliza herramientas de "laicos" para observar el lenguaje original, herramientas que pueden ser accesadas por cualquier persona. Estaría más que encantado de recibir corrección de parte de alguien más entrenado que yo.

Sin embargo, este punto es el mismo que Samuel Frost, quien sí tiene entrenamiento formal en el Griego, ha observado en sus escritos, y a partir de ahí lo he examinado personalmente y lo he tomado como válido. Samuel también menciona al comentarista Gordon Fee, quien por su parte también ha observado la conjugación particular de este verbo, aunque éste último no lleva su significado natural a su conclusión lógica.

También digno de notar, es que mucho comentaristas respetados (Jamieson, Fausset y Brown, Matthew Henry, John Gill y Albert Barnes son los que he examinado) toman a 1 Cor 15:16 como una repetición textual de 1 Cor 15:13, lo cual creo que en este artículo he probado ser falso. Estos comentaristas ni siquiera consideran la diferencia entre las palabras usadas en estos dos versos, ni tampoco las conjugaciones en 1 Cor 15:16. Todo lo que hacen es copiar su interpretación del verso 13, y pegarlo al verso 16. Admito sentirme indigno de cuestionar tan grandiosas mentes, pero el simple hecho está al abierto para que todos puedan atestiguarlo.

6.9.06

"La muerte está muerta"... Atanasio y la Resurrección, parte II

Otra porción de este tremendo escrito de Atanasio, la continuación a la porción publicada. Espero que no se desmotiven con la longitud de este post, y que lo lean detenidamente. Estoy seguro que se asombrarán con las poderosas palabras que este siervo dice, y bendecirá sus vidas.

"Si, entonces, por la señal de la cruz y por la fe en Cristo la muerte ha sido pisoteada, es claro que es Cristo mismo y nadie más quien es el Archivictorioso sobre la muerte y le ha robado su poder. La muerte solía ser fuerte y terrible, pero ahora, desde el sufrimiento del Salvador y la muerte y resurrección de Su cuerpo, es repudiado; y obviamente es por el mismo Cristo Quien subió a la cruz que ha sido destruída y desvanecida finalmente.

Cuando el sol se levanta luego de la noche y el mundo completo es iluminado por él, nadie duda que es el sol lo que ha arrojado su luz y ha echado fuera la oscuridad. Igualmente claro es que, dado que esta completa mofa y pisoteo de la muerte ha venido como resultado de la manifestación del Salvador en el cuerpo y Su muerte en la cruz, que es El Mismo Quien tornó la muerte en nada, y diariamente levanta monumentos a Su victoria a través de Sus propios discípulos.

¿Cómo se puede pensar de otra manera, cuando ves a hombres que son débiles por naturaleza huyendo hacia la muerte, sin temor a la posibilidad de la corrupción, sin temor a descender al Hades, incluso provocándole con todo el alma, sin disminuírse en las torturas, sino prefiriendo huir a la muerte por el bien de Cristo, en vez de permanecer en esta vida presente? Si usted ve con sus propios ojos a hombres, mujeres e incluso niños, dando bienvenida a la muerte por el bien de la religión de Cristo, ¿cómo se puede ser tan enteramente tonto e incrédulo e impedido en su mente para no darse cuenta de que Cristo, a Quien todos estos dan testimonio, El Mismo otorga la victoria a cada uno, haciendo la muerte completamente impotente para aquellos quienes se allegan a Su fe y muestran la señal de la cruz?

Nadie en sus cabales duda que una serpiente está muerta cuando la ve pisoteada, especialmente cuando sabes lo salvaje que solía ser; ni tampoco, si ve a niños burlándose de un león, duda que el animal está muerto o completamente vacío de fuerzas. Estas cosas pueden ser vistas con nuestros propios ojos, y es lo mismo con la conquista de la muerte. Ya no dude más, pues, cuando vea la muerte mofada e insultada por aquellos quienes creen en Cristo, que por Cristo la muerte ha sido destruída, y la corrupción que viene con ella ha sido resuelta y finalizada.

Lo que hemos dicho acá en verdad no es una pequeña evidencia de la destrucción de la muerte y del hecho que la cruz del Señor es el monumento de Su victoria. Pero la resurrección del cuerpo a immortalidad, que resulta de acá en adelante por la obra de Cristo, el Salvador comú y la verdadera Vida de todos, es más efectivamente probado por hechos que por palabras a aquellos cuya visión mental es sana. Esto es, porque, como hemos mostrado, la muerte fue destruída y todos la pisotean por Cristo, ¡cuánto más la pisoteó El primero, y la destruyó en Su propio cuerpo! Habiendo sido la muerte matada por El, entonces, ¿qué otro asunto puede haber que la resurrección de Su cuerpo y su demostración abierta como el monumento de Su victoria? ¿Cómo podía ser la destrucción de la muerte manifiesta a todos, si no fuera porque el cuerpo del Señor había sido levantado?

Pero si alguien considera incluso esto como insuficiente, que le sea permitido encontrar evidencia de lo dicho en los hechos presentes. Los hombres muertos no pueden tomar acciones efectivas; su poder de influencia sobre otros perdura sólo hasta la tumba. Las obras y acciones que energizan a otros sólo pertenecen a los vivos. Bien, entonces, observemos los hechos en este caso. El Salvador está obrando poderosamente entre los hombres, todos los días El está invisiblemente persuadiendo grandes números de personas alrededor del mundo, tanto dentro como fuera del mundo de habla griega, para que acepten Su fe y sean obedientes a Su enseñanza.

¿Puede alguien, al observar esto, dudar todavía de que El resucitó y vive, o que El Mismo sea la Vida? ¿Acaso un hombre muerto punza las consciencias de los hombres, para que desechen a los vientos las tradiciones de sus padres, y se postren ante la enseñanza de Cristo? Si El ya no está activo en el mundo, como tendría que ser si estuviera muerto, ¿cómo es que El provoca que los vivos cesen de sus actividades, el adúltero de su adulterio, el asesino de su asesinato, el injusto de su avaricia, mientras que el hombre profano y sin dios se vuelva religioso? Si El no resucitó, sino que permanece muerto, ¿cómo es que El guía y persigue y lanza a los falsos dioses, quienes los incrédulos piensan que están vivos, y los espíritus malignos que ellos alaban? Donde Cristo es nombrado, la idolatría es destruída y el fraude e los espíritus malignos es expuesta; ciertamente, ningún espíritu tal puede soportar ese Nombre, sino que toma vuelo al oír su sonido. Esta es la obra de Aquel Quien vive, no de un muerto; y, más que eso, es la obra de Dios. Sería absurdo decir que los espíritus malignos que El hace huír y los ídolos que El destruye estén vivos, y a la vez que Aquel Quien los hace huír destruyéndolos, y Quien ellos mismos declaran como el Hijo de Dios, esté muerto.

En resumen, entonces, aquellos quienes dudan de la resurrección no tienen apoyo en los hechos, si ni sus dioses y espíritus malignos no hacen huír al Cristo supuestamente muerto. Por el contrario, es El Quien los amonesta como muertos. Estamos de acuerdo con que una persona muerta puede hacer nada; sin embargo el Salvador obra poderosamente cada día, atrayendo a los hombres a la religión, persuadiéndoles a la virtud, enseñándoles sobre la inmortalidad, reviviendo su sed por las cosas celestiales, revelándoles el conocimiento del Padre, inspirando fuerzas en cara a la muerte, manifestándose a Si a cada persona, y desplazando la irreligión de los ídolos; mientras que los dioses y espíritus malignos de los incrédulos pueden hacer ninguna de estas cosas, sino que se mueren en la presencia de Cristo, y toda su ostentación es vana y anulada. Por la señal de la cruz, por el contrario, toda la magia es debilitada, toda hechicería es confundida, todos los ídolos son abandonados y desertados, y todo placer sin sentido cesa, en el momento en que el ojo de fe mira hacia arriba desde la tierra al cielo.

¿Quién, entonces, debemos decir que está muerto? ¿Deberíamos decir que Cristo, El que efectúa estas cosas, está muerto? Los muertos no tienen facultad para efectuar algo. ¿No deberíamos entonces decir que la muerte es la que está muerta, la que no efectúa estas cosas, sino que yace tan muerta e inefectiva como aquellos espíritus malignos e ídolos? El Hijo de Dios, vivo y efectivo, está activo cada día y efectúa la salvación de todos; pero diariamente es probado que la muerte fue despojada de toda su fuerza, y son los ídolos y espíritus malignos los que están muertos, no El. No queda lugar para la duda, por tanto, acerca de la resurrección de Su cuerpo.

Ciertamente parecería que aquel quien duda de esta resurrección corporal del Señor es ignorante del poder de la Palabra y Sabiduría de Dios. Si El tomó un cuerpo para Si, y lo hizo Suyo en cumplimiento de Su propósito, como hemos mostrado que así hizo, ¿qué haría el Señor con él, y qué ocurriría con ese cuerpo sobre el cual el Verbo ascendió? Mortal y ofrecido en muerte por todos, como fue, no tenía otra opción que morir; ciertamente, fue por ese mismo propósito que el Salvador se lo había preparado para Si. Pero por otra parte no podía permanecer muerto, porque se había tornado en el templo mismo de la Vida. Por tanto murió, como mortal, pero vivió de nuevo por la Vida dentro de sí; y su resurrección es manifestada por sus obras.

Ciertamente está de acuerdo con la naturaleza del Dios invisible que El sea conocido a través de Sus obras; y aquellos quienes dudan de la resurrección del Señor porque no lo pueden ver con sus ojos, bien pudieran negar las leyes mismas de la naturaleza. Ellos tienen base para su incredulidad cuando las obras son escasas; pero cuando las obras gritan y prueban el hecho tan claramente, ¿por qué es que deliberadamente niegan la vida resucitada que ha sido mostrada de forma tan manifiesta? Incluso si sus facultades mentales están defectuosas, ciertamente sus ojos pueden otorgarles pruebas irrefragables del poder y Deidad de Cristo. Un hombre ciego no puede ver el sol, pero conoce que está sobre la tierra por el calor que transmite; similarmente, que aquellos quienes aún están en la ceguera de la incredulidad reconozcan la Deidad de Cristo y la resurrección que ha traído a través de su manifiesto poder en los demás.

Obviamente El no estaría sacando a espíritus malignos y destruyendo a ídolos si El estuviera muerto, ya que los espíritus no obedecieran a un muerto. Si, por otra parte, cada vez que se Le nombra ellos huyen, claramente El no está muerto; y estos mismos espíritus, quienes perciben cosas no vistas por el hombre, sabrían si lo estuviera y rehusarían desobedecerle. Sin embargo, de hecho, lo que las personas profanas duda, incluso los espíritus malignos lo saben - esto es, que El es Dios; y por esa razón ellos huyen de El y caen a Sus pies, gritando tal como gritaban cuando El estaba en el cuerpo, 'Sabemos quién eres, el Santo de Dios" y "¿Qué tenemos contigo, Hijo de Dios? Te imploramos, no nos atormentes.'

Tanto por la confesión de los espíritus malignos y por el testimonio diario de Sus obras, es entonces manifiesto, y que nadie lo dude, que el Salvador ha levantado Su propio cuerpo, y que El es el mismo Hijo de Dios, teniendo Su ser de Dios como de un Padre, Cuya Palabra y Sabiduría y Cuyo Poder El es. El es quien en los últimos días asumió un cuerpo para la salvación de todos nosotros, y enseñó al mundo sobre el Padre. Es El Quien ha destruído a la muerte y nos otorgó la incorrupción por la promesa de la resurrección, habiendo levantado Su propio cuerpo como los primeros frutos, y manifestándolo por la señal de la cruz como un monumento a Su victoria sobre la muerte y la corrupción."