22.10.19

El Escéptico Revolucionario

El nuevo rebelde es un escéptico, y está presto a confiar en nada. No tiene lealtad; por tanto, nunca podrá ser un revolucionario real. 
Y el hecho de que duda de todo se mete en su camino cuando desea denunciar cualquier cosa, ya que toda denuncia implica una doctrina moral de algún tipo; el revolucionario moderno no sólo duda de la institución que denuncia, sino también de la doctrina por la cual hace su denuncia. 
De manera que escribe un libro quejándose de que la opresión imperialista insulta a la pureza de la mujer, y luego escribe otro libro donde él misma la insulta. 
Maldice al Sultán porque las chicas Cristianas pierden su virginidad, y luego maldice a la Sra. Grundy porque guardan su virginidad.
Como político gritará que la guerra es un desperdicio de la vida, y luego como filósofo dirá que la vida es un desperdicio de tiempo. 
Un pesimista ruso denunciará a un policía por matar a un campesino, y luego demostrará por los principios filosóficos más refinados que el campesino debió matarse él mismo. 
Un hombre denunciará al matrimonio como una mentira, y luego denunciará a los derrochadores aristocráticos por tratarlo como una mentira. 
Dirá que la bandera es una chuchería, y luego culpará a los opresores de Polonia o Irlanda porque les han quitado esa chuchería.
El hombre de esta escuela primero asistirá a una reunión política, donde se queja de que a los bárbaros se les trata como si fueran bestias, y luego tomará su sombrero y su paraguas para ir a una reunión científica donde demostrará que prácticamente son bestias. 
En resumen, el revolucionario moderno, siendo un escéptico infinito, siempre está ocupado socavando sus propias cuevas. 
En su libro sobre política, atacará a los hombres por pisotear la moralidad; en su libro sobre ética, atacará a la moralidad por pisotear a los hombres. 
Por tanto, el hombre moderno en su rebelión se ha vuelto prácticamente inútil para todos los propósitos de la rebelión. Al rebelarse contra todo, ha perdido su derecho de rebelarse contra cualquier cosa.
—G. K. Chesterton, Ortodoxia 

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