26.11.13

La carrera sin fin hacia la perfección

Ya les había dicho en mi post "Decisiones y Cambios" sobre algunas actitudes que he decidido abandonar. Allí les mencionaba que habían unos otros de los que no llegué a escribir. Aquí hablaré sobre otra.

Esta se describe con el título de este post, y no debe confundirse con el perfeccionismo. Este último pienso que es el no descansar en una obra hasta que haya alcanzado un nivel en que se le pueda denominar como "perfecta".

En cambio, lo que me ocurría a mí es que tenía una idea de cómo algunas cosas serían si fuesen perfectas, y estaba tan convencido de que se debía alcanzar ese grado, que me frustraba y me paralizaba por la insatisfacción. Es decir, no era que estaba haciendo algo para lograr ser perfecto, todo lo contrario. Como reconocía que no había llegado a la perfección, le restaba valor a todo lo que estuviera a mi alrededor, y me quedaba triste, a pesar de que no hacía mucho para cambiar la situación.

Es un sentimiento que efectivamente te impide avanzar. Sientes temor de dar el primer paso, ya que el primer paso debe ser perfecto. "Las cosas se hacen bien o mejor no se hacen," dice un dañino dicho.
Suena ridículo, pero en las práctica es un impedimento muy real. De hecho, por largos espacios de tiempo he abandonado este blog, en gran parte por esta misma razón. "Nada de lo que hago es suficientemente bueno. Escribiré cuando tenga algo bueno que decir."

Suena como una locura, pero es fácil caer en una serie de sobre-expectativas sobre tu persona. Es el mensaje que te alimentan todos los medios vía distintos medios. El mejor es el que llega, el más talentoso, el más esto y lo otro.

La idea raíz de esta actitud es:

"Estoy compitiendo contra el mundo, así que tengo que ser perfecto."

Ahora, ya que he hecho cambio de mente (metanoia) con respecto a esto, he reemplazado aquella idea con esta otra:

"No puedo ser perfecto por más que lo logre, y no está mal, porque estoy mejorando día a día."

La diferencia es que la primera se enfoca en una meta muy alta, prácticamente inalcanzable. Mientras esa meta esté presente, siempre provocará que me enfoque en un lugar en donde no estoy. También se enfoca erradamente en un estado inerte, el de ser perfecto, que es distinto a mi estado inerte actual, el de ser imperfecto. Un estado inerte es aquel que no cambia, y por tanto era imposible cruzar el valle entre esos dos conceptos.

La segunda, en cambio, derrumba la grandiosa meta, y de hecho la anula y la ignora por completo. No es el objetivo. Se enfoca más bien en el proceso como una serie de pasos pequeños, las cuales puedo tomar bien o mal. No hay por qué sentirse mal por no haber alcanzado el estado de perfección si el paso que acabo de dar fue en buen sentido. Y si no lo fue, aún me queda la habilidad para corregir e intentar de nuevo.

Es la parte "porque estoy mejorando día a día" la que combate la objeción de que abandonar la perfección es un conformismo. No lo es, y la evidencia es que, aunque nunca llegaré a ser perfecto, pienso que hoy soy mejor que ayer.

En mi mente, sé que en el plano humano la perfección es imposible (como Cristiano debería decir que sólo hay un hombre perfecto, pero ese es otro asunto). Yo sé que para mi, el alcanzar la perfección es un ideal nada más, pero estará siempre mucho más allá de lo que yo puedo alcanzar con mis esfuerzos, prácticas, estudios, etc.

No obstante, mi corazón de artista (músico y visual), mi atracción hacia la decadencia urbana, y otras experiencias marcan otro camino : el de la improvisación, sin fijar estándares, dejar que las cosas salgan de mi control confiando en que al final del día será lo que será, y toda mi ansiedad y preocupación no cambiará lo que ha de ser.

Perfecto solo Dios; por lo demás, de mí no puede salir otra cosa que no sea humana imperfección, que al aceptarla abandono la pretensión de que algún día en mi propio ser arribaré a lo perfecto en mi propia persona.

Que las cosas sean.

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