21.6.11

El Atractivo de las Nuevas Experiencias

Uno de los resultados de mi nueva perspectiva acerca de vivir plenamente en el presente, es que he descubierto la profunda alegría de vivir experiencias nuevas.

Si me excusan lo "esotérico" (y si a alguien le parece así)... Pienso que el disfrute de las experiencias nuevas es una celebración y un descubrimiento constante de nuestra condición como criaturas limitadas, y esto no es malo en lo absoluto. Es un reconocimiento de que sólo Dios conoce todas las cosas, y nos ha otorgado la posibilidad de descubrirlas paulatinamente.

Una de las situaciones en las que más percibo esto es cuando comparo la vivencia de algo nuevo con la experiencia por segunda vez. Por ejemplo, hace unas semanas visité la ciudad de St Louis, Missouri por primera vez, y disfruté mucho las pocas horas que pude conocer el lugar. También en estos meses he visitado a Williamsburg en Virginia y Columbus, Ohio, todos por primera vez. Me llevo a mi casa las memorias agradables de cada uno de esos lugares, y por alguna razón extraña, las memorias van haciendo que esos lugares se sientan como más grandes y más impresionantes que lo que en realidad son.

Si se diera el caso en que regreso a esos sitios, exactamente a los mismos lugares, ya me resultarían un tanto familiares y cercanos a la realidad, y por ende quizás menos impresionantes.

Este fenómeno saca a relucir una cualidad muy profunda del ser, y es que no son las experiencias en sí que añoramos o que calificamos con grandiosas, sino las percepciones e ideas que arrojamos sobre ellas, con las que etiquetamos memorias y las almacenamos en lugares correspondientes en nuestras mentes. Allí, esas memorias que etiquetamos como "agradables" suelen inflamarse y hacerse mejores que la realidad.

En otras palabras, mientras más experiencias nuevas tenemos, más permitimos que nuestras mentes alberguen memorias, y en el proceso de almacenarlas las ornamentamos y rediseñamos, hasta que nos queda no sólo las percepciones bi-dimensionales, sino nuestra pura perspectiva del mundo alrededor. 

Y esto es así con todo. Si me tomo una taza de café, el sabor que me queda en la boca hace que añore la experiencia que acabo de vivir. Si observo una buena película, mi impresión, opinión e interpretación luego de haberla finalizado es más grande que la película en sí, ya que está menos contenida en el tiempo, y es más personal.

El sábado que viene, iré de campamento a un parque en donde se encuentra un río, que según me han dicho uno dura 4 horas flotando sobre el suave cauce. Estoy muy emocionado por la experiencia en sí, pero más me emociona la idea de que es algo totalmente nuevo para mí, lugares donde nunca he estado presente y pronto lo estaré. Y sé que lo más grandioso de todo serán las memorias que me llevaré, y que se quedarán impresas en mi mente hasta que tenga capacidad para recordar.

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