16.3.11

Ejemplo de Fe

El año pasado tuve uno de esos momentos donde sientes que te brillan con una gran linterna y tu propósito en la vida — por lo menos uno de ellos — se manifiesta con claridad. Habiéndome convencido de que no me hace falta ni tampoco es una meta sana intentar ser perfecto, procedí a buscar cuál sería una meta más humilde, pequeña y realista que en verdad pueda trazarme y cumplir.


Concluí que... mi propósito es ser un ejemplo de fe.


Llegué a esa conclusión por varias razones, y una de ellas es que observo que la gente en verdad desea y necesita ver personas quienes pueden llevar una fe con sinceridad. Hay tanto blablabla, tantos espectáculos de predicación, tanto pseudo-cristianismo y tantos cristianoides, que la gente está cansada y sólo se pregunta si una persona normal puede caminar por este camino, o si se requiere ser una especie de fenomenoide para poder uno decir que es Cristiano. Yo me considero una persona bastante normal, y sigo andando por la Gran Ruta, y por tanto pienso que tengo la posibilidad llenar el rol de ejemplo.

¿Estoy al nivel de un mártir, un misionero, un apóstol? Para nada, han habido hombres y mujeres mucho más formidables que lo que yo aspiraría a ser.

No pretendo ser un ejemplo perfecto de fe, pues regresaríamos al mismo punto que ya he abandonado. No puedo ser perfecto, por lo que nunca seré un ejemplo perfecto de nada. No obstante, ese es precisamente el asunto en todo esto. Quiero ser un ejemplo fe y a la misma vez un ejemplo de imperfección. En mi propósito, las dos cosas van mano a mano.

Quiero ser ejemplo de uno quien yace firme en su fe en Cristo a pesar de mis múltiples y multiformes defectos. Quiero poner bien en claro que el peor enemigo de mi propia fe soy yo mismo, y aún así permanezco con raíces en tierra (o debo decir, ¿en el cielo?).

Quiero ser ejemplo de otras cosas también, las cuales naturalmente fluyen desde mi fe: quiero que mi matrimonio sea ejemplo de que sí se puede cumplir un pacto sin recurrir al divorcio cuando las cosas andan mal; quiero que mi paternidad sea ejemplo de que un hombre no tiene por qué despreciar a sus hijos, sino que puede criarlos de forma saludable y en amor; entre otras cosas, por supuesto.

Algunas aclaraciones: no es que busque aplausos ni aprobación, no es eso. Prefiero que alguien se apoye de mí, si así lo necesita, que me usen como conejillo de indias, caso de estudio, y vean que un hombre tan imperfecto como yo — que soy a fin de cuentas sólo uno más del redil — puede hacerlo, y si es posible que se decidan a empeñarse en lograrlo también. No me molestaría que hablen de mí como, "muchos hoy día dicen que tienen fe pero en realidad es sólo actuación; pero conozco a un tal Alex, que a pesar de ser _________*, el tipo lleva una fe verdadera."

*Llene el espacio en blanco con cualquiera de mis incontables defectos... hay bastante de donde escoger.

Tampoco busco cambiar al mundo, ni a una comunidad, pueblo ni villa. Mi meta, como dije al principio, es humilde.

Quiero ser ejemplo de fe para una sola persona en el mundo entero, y ya.

Eso es todo.

Si soy ejemplo para sólo uno de mis hijos, consideraré que ya llegué a la meta (Y dado que tengo dos hijos, si logro ser ejemplo para ambos, ya habré logrado 200% de lo que me propuse). La realidad del caso es que el esfuerzo que requiere llegar a ser ejemplo para 10,000 es el mismo que para uno sólo, así que sólo me enfocaré y dedicaré todo el empeño hacia cumplir 100% de mi meta, una sola persona. Si en el proceso cumplo 100,000% de mi meta, 10,000 personas, pues el exceso de éxito fue puramente incidental, y se lo dedicaré al Señor, como todo lo demás. A mí me da igual.

Más aún, si logro ser ejemplo de fe para una sola persona, la meta no se cumple por lo que cause en esa persona, sino por lo que causó en mí el perseguir esta meta. Si no logro ese pequeñísimo objetivo, todo mi caminar en Cristo ha sido en vano. En otras palabras, si no puedo revelar una vida con el Señor para una sola persona por medio de mi caminar, entonces mi caminar fue un puro fracaso, y quizás hasta falso.

"Imítenme a mí, como yo imito a Cristo." escribió el apóstol Pablo en 1 Corintios 11:1. Esa es mi meta, pero en singular, dirigido a una sola persona, "Imítame a mí." Si logro ser ese nexo entre Cristo y una sola persona en el planeta entero, podré pasar de este mundo felizmente, y habré cumplido mi propósito.


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