30.6.08

Limpio... Ya

Sam de nuevo escribe otra de esas cosas que me provocan a pensar. En esta ocasión, sobre la limpieza desde la perspectiva Levítica.

En resumen y diciéndolo con mis palabras: Según la Ley, la santidad era opuesta a lo sucio (ceremonialmente hablando). Es decir, una cosa o persona no podía ser santo (limpio) y sucio a la misma vez. Al ensuciarse, perdía el estatus de limpio al instante.

Siendo que la ley es tipología y prefigura del Nuevo Pacto, el concepto debería ser traído intacto, y de hecho, los que declaramos la redención 100% cumplida así lo creemos...

...Pero los teólogos "ortodoxos" del "ya, pero aún no" jamás pueden incorporar una noción tan simple dentro de sus marcos doctrinales. Para ellos, el Hijo de Dios no está limpio, sino "limpio, pero aún sucio", o "limpio, pero aún no limpio". Mientras el Cristiano camine con vida biológica, la sucieza del pecado le acompaña.

Lo cual presenta otro problema, más allá del inmediatamente evidente. El Nuevo Testamento dice que el Espíritu Santo habita en nosotros. ¿Cómo es que un Dios Santo y Limpio puede habitar en algo "aún no limpio" (es decir, sucio)?

Si afirmo que Cristo vive en mí, ¿significa que Cristo (el Sumo Sacerdote) es menos limpio y por eso habita sin problemas en un templo sucio? ¿O por otra parte, significa que porque Cristo sí es limpio, su habitar en nosotros nos indica que nosotros también lo estamos?

En reposo y limpieza,

A&R