16.1.07

Nuevo Pacto DOS: Identidad

"Entonces Yo seré su Dios y ellos serán Mi pueblo."
(Jeremías 31:33 b)

El segundo componente del Nuevo Pacto es fascinante por varias razones. Una de ellas - y trataré de no ser demasiado filosófico - es porque nuestra realidad completa como seres humanos gira en torno a la identidad. Incluso me atrevería a extenderme afirmando que la identidad es un reflejo del aliento de Dios en nosotros.

Digo esto porque a fin de cuentas, la identidad trata sobre asuntos del ser: quien soy, quien seré, etc.. Si entendemos a Dios como el Ser, o sea, aquel de Quien partimos todos los demás seres, es fácil ver cómo no hay otra manera de cobrar identidad que no sea que el Ser mismo lo otorgue.

Si el Ser es quien otorga la habilidad de ser, ¡imagínense el impacto de escuchar a ese mismo Ser diciendo que somos suyos, y El nuestro! El mero hecho de que El nos haya llamado suyos debe confortar nuestras almas sobremanera. Sé quien soy, y me conozco como soy conocido: soy suyo.

De nuevo traigo algo que toqué en la introducción (en una de ellas). He observado que Dios utiliza un lenguaje marital con referencia a sus pactos. Dios dice que fue como un esposo para el pueblo bajo el Antiguo Pacto (Jer 31:32). Incluso Dios utiliza el lenguaje de divorcio con referencia a la desobedencia de Su pueblo del pacto (ej.: Jer 3:8).

Si vemos este segundo componente bajo esta lupa, también pudiéramos verlo como una promesa marital. "Yo seré su Dios y ellos serán mi pueblo" es completamente paralelo al "Sí, acepto" del esposo en una boda. En el Nuevo Pacto, Dios ofrece justamente este nivel de intimidad y compromiso con Su gente.

Otra razón por la que me fascina esta porción es que El se llama Dios nuestro. ¿Pero acaso no era también el Dios del pueblo bajo el Antiguo Pacto? Claro, ese es precisamente el punto. Al romper dicho pacto, aunque Dios seguía siendo Dios, dejó de ser su Dios. De hecho, al romper el pacto, el pueblo en verdad estaba diciendo "tendré otros dioses delante de ti". La decisión consciente de romper el pacto fue igualmente un rechazo a Dios, y por tanto, perdieron el derecho de llamarle "Dios nuestro".

No quisiera olvidar comentar sobre el hecho de que Dios habla en el pacto en lenguaje plural. Esto es especialmente relevante a la luz del lenguaje Cristiano contemporáneo, que usualmente es individualista. Suelen decir, "Dios me ama tanto" y "tiene un plan hermoso para mi vida" y "tengo una relación personal con El".

Estas cosas bien pudieran ser ciertas en alguna medida, pero es más importante poner atención en que en las expresiones más completas del Pacto, Dios enfoca las cosas claramente desde una perspectiva comunitaria, y me luce que nosotros también debemos aprender a verlo así primordialmente. No es que Dios tiene un plan para mi vida, es que tiene un plan para Su pueblo, del cual por su gracia El me ha hecho parte.



En el siguiente post, continuaremos con el tema, comentando acerca del tercer y más largo componente del Nuevo Pacto.


Gozo en Su reposo,

A&R

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