2.6.05

Temor de Predicar

Esto es una porción de un comentario recibido por e-mail:

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te comento que tengo un problema y es que debo hacer lo que Dios dice, pero cuando tengo que predicar a otros me agarra un temor tan grande que lo siento en el corazon, y que me dice que yo nunca voy a lograr llevarle a los demás la palabra de Jesús; Me entusiasmo mucho al pensar que pudiera llevar la palabra, pero cuando siento ese temor me pongo tan nerviosa que callo; Yo sé que es el enemigo pero llevo mucho tiempo combatiendolo y siento que sigo igual.
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Se exactamente a qué temor te refieres. Yo vivi con esa carga mucho tiempo, y te voy a dar algunos puntos que podrian ayudarte a librarte de ese temor.

1) Religión vs. REALIDAD. Lamentablemente los Cristianos caemos en el error de considerar esto como una religión, algo que va paralelo a todos los demás menesteres de la vida. En otras palabras, concibes la vida dividida entre lo social, economico, emocional, intelectual y religioso, o algo así. De esa forma, piensas que "la religión cristiana" es meramente una esfera más de la vivencia del hombre, y puede ser intercambiable con otras cosas.

La realidad del caso es que la vida Cristiana no es una religión, sino que es la fuente, el núcleo, el centro de todas las demás esferas de la vida. En el Cristiano, si hay algún menester que no tiene a Cristo como fundamento, está fuera de lugar y debe ser cortado. Esto no quiere decir que necesariamente tengamos que trabajar y vivir en "asuntos ministeriales" 24/7; lo que sí quiere decir es que aunque trabajes, laves platos, te bañes, tengas amigos, en fin, cualquier cosa que decidas hacer, todo está permeado de la realidad de Cristo como tu Señor. De esta forma, todo lo que hagas se convierte en un "asunto ministerial". Debes examinarte a ver si tienes el enfoque correcto en cuanto a esto.

Hacen unos 3 años, después de alrededor de 11 años participando y trabajando en la iglesia, me di cuenta de que me había tragado esta mentira, y decidí cambiar mi "religión" por REALIDAD. Es decir, no soy Cristiano porque sigo una religión, sino porque estoy convencido de que es la única verdad, y soy amante de la verdad, y quiero vivir sólo dentro de lo que es real, no dentro de mi opinión ni la opinión de otra persona. Esto me ayudó mucho a ser más valiente en cuanto a hablar a otros del Señor.

2) Examina tus motivaciones. Una vez te examines de esta forma, sería útil que examines el motivo por el cual sientes que debes hablarle a otros del Señor. ¿Será por temor a desobedecer, o bien por amor a obedecer? Muchas veces, cuando sólo vemos que debemos hacer algo simplemente por temor a desobedecer, se nos hace muy difícil, ya que nuestra naturaleza carnal nos hace tender a la desobediencia. Sin embargo, nosotros andamos conforme al Espíritu, y no a la carne (Romanos 8:1,5).

Según el Espíritu, tenemos razones POSITIVAS para seguir y obedecer a Cristo, como por ejemplo, el amor a El, gratitud, el deseo de que otros sepan la verdad, etc.. Además, como dije arriba, cuando estamos convencidos de que esto es una realidad y no simplemente religión, no tenemos otra opción que vivir y manifestar esa realidad en todo lo que hacemos. De esa forma, nos encontramos "predicando" en todo lo que hacemos o decimos, a veces hasta sin la intención de hacerlo.

3) Hablar con libertad, no según libretos. Yo siempre vivía aterrado de predicar, y una de las razones era porque pensaba que predicar era decir un número de cosas específicas, algo así como seguir un libreto. Yo siempre fui horrible para repetir cosas pre-establecidas, y por eso nunca pude hacerlo.

Sin embargo, cuando cambié mi punto de vista (religión por realidad), me di cuenta de que el predicar es mucho más que seguir un guión, de hecho nunca hago eso ahora. Prefiero seguir el ejemplo de los apóstoles y de Cristo mismo, quienes estaban VIVOS, y preferían sostener una conversación relevante a la experiencia y el interés de la otra persona. En vez de repetir como una cotorra un esquema ("las 4 leyes espirituales", por ejemplo) he hallado que me es más fácil tener una simple conversación, en la que intento averiguar cuáles son los intereses y las dudas de la persona, y trato de mostrarle como Cristo es su respuesta a fin de cuentas, que después de escarbar profundamente bajo la superficie, Cristo es relevante a TODAS sus situaciones.

Incluso, a veces he sostenido conversaciones con opositores de la fe, o de la sana doctrina, pero mi método es exactamente el mismo. Trato de investigar lo que a la otra persona piensa, y uso eso como base para el mensaje. Ya que estoy convencido de que Cristo es el centro de toda verdad, me he encontrado que hacer esto es mucho más fácil de lo que parece. Puedo conversar acerca de virtualmente cualquier tema, y siempre hallo la forma de usarlo como catapulta para hablar de alguna verdad de Cristo.

4) Ponle municiones a tus armas. Aunque parecería una repetición del punto #1, creo que es sumamente importante que te analices a ver qué tanto conocimiento Bíblico tienes, y si tienes alguna duda tú misma. A veces es fácil ignorar que la razón por la que no exponemos el mensaje de Cristo es porque en algún aspecto de nuestro ser, nosotros mismos no estamos totalmente convencidos. Si ese es tu caso, debes detenerte y considerar seriamente si tienes dudas, y cuáles son. Si hallas que tienes dudas, te recomiendo que dejes a un lado la ordenanza de predicar por un tiempo, y te dediques a examinar tus dudas y a buscarles respuestas. Después de todo, aquella persona a quien le prediques pudiera hacerte las mismas preguntas para las cuales no tienes respuesta tú misma, y terminarías en vergüenza y confusión innecesarias.

Obviamente, debes sobre todo buscar tus respuestas en las Escrituras, pero también te puede ser útil buscar ayuda de Cristianos más maduros que estén dispuestos a ayudarte (y por cierto, en lo que yo pueda servirte, estoy a tu disposición). Una vez te sientas preparada para dar respuestas inteligentes a las preguntas más comunes, y a las que tú misma te has hecho, te sentirás mucho más confiada para dar ese paso. Acuérdate de las armas del Cristiano:

2 Corintios 10:3-5 "Pues aunque andamos en la carne, no militamos según
la carne. Porque las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas; Destruyendo especulaciones y todo
razonamiento altivo que se levanta contra el conocimiento de Dios, y cautivando todo pensamiento a la obediencia de Cristo."


Una vez tú afines tu conocimiento de la Palabra de Dios, estarás equipada para salir y destruir fortalezas intelectuales que se oponen al conocimiento de Dios. Espero que estos puntos te sean útiles, y no dejes de escribir de nuevo si crees que hay alguna otra situación que crees que te impide ser luz para el mundo.

Dios te bendiga,

A&R

1 comment:

Anonymous said...

Hola! te cuento que desde que conocí al Señor me entró esta cosquillita que me llamaba a predicar la Palabra de Dios, sentia un gran llamado, pero tenia un pequeño problemita que me paralizaba por completo a la hora de solo pensar en la idea de pararme frente a un publico a hablar, y era que soy tartamuda (gaga en mi pais), y en mi cabeza no cabia la idea de expresar palabras con claridad sin caer en el panico que me causaba mi situacion. Entonces un dia el Señor comenzo a hablar a mi corazon sobre su gran Poder y el llamado que me hacia a "proclamar por todo el mundo su Buena Noticia" sin temor, hasta que alguien me invito para predicar sobre el amor de Dios a un grupo que hacia un retiro, me llene de temor, sentia un miedo al ridiculo que me estremecia, entonces me aparte a orar, en ese momento entregue a Jesus todo mi ser, mi boca, mi lengua, mi voz, mi inteligencia, mis pensamientos, todo en mi, y le pedi que pusiera sus Palabras en mi boca, y adivina que... cuando me puse de pie frente a sa asamblea senti un fuego ardiente que quemaba todo mi ser, era el Poder del Espiritu Santo que me consumia, a los 15 minutos de estar proclamando su Palabra con valentia ya estaban mas de la mitad de las personas presentes llorando y experimentando el maor de Dios, y yo los observaba y alababa a Jesus, por su inmensidad y porque usa a quien quiere como quiere, desde ese dia, el miedo no me paraliza solo clamo a El y confio en que derrame su Promesa sobre mi, hasta ahora y se que por siempre me ha respaldado en todo momento. A el la gloria.
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