10.4.20

"La Sangre De Cristo…" ¿?

Aún veo a personas diciendo frases como "la sangre de Cristo me protege de las enfermedades," como si fueran unas palabras mágicas que uno invoca para que el virus se aleje de uno.

Un día como hoy en que hacemos memoria de la crucifixión de Cristo, quisiera aclarar este tema.

Está errado utilizar esa frase de esa manera por las siguientes razones:

1) En el antiguo testamento, la sangre del cordero se utilizaba de forma ceremonial para implicar que nuestros pecados tenían una consecuencia. Todo pecado implica muerte.

Cuando Cristo da su vida por nosotros, Dios mismo encarnado se vuelve cordero, y derrama su sangre, recibiendo plenamente la condena que nos tocaba a nosotros.

Todo el que invoca al Señor y le recibe en fe recibe ese perdón por la sangre derramada por Él.

2) La sangre derramada nos libra de lo peor que nos puede pasar, que no es una enfermedad, sino de la condena por parte de un Dios que siempre hace justicia. Sea que uno se enferme o no, podemos saber que recibimos gracia y misericordia por esa obra sacrificial.

3) Aunque Dios, siendo Creador y Sustentador de la vida, y siendo Omnipotente, tiene poder para sanar según Su soberana voluntad, es completamente falso que todo el que recibe la misericordia de Dios está garantizado a tener salud perfecta.

En Efesios 2 vemos que Epafrodito, un fiel obrero cubierto con la sangre de Cristo, estuvo enfermo casi a punto de muerte (aunque fue sanado "porque Dios se compadeció de él). En Gálatas 4:13, Pablo — cubierto con la sangre de Cristo — dice que la primera vez que predicó a la iglesia de Galacia lo hizo enfermo. En 1 Tim 5:23, Pablo le dice a Timoteo — un fiel seguidor de Cristo cubierto con su sangre — que tome un poco de vino para aliviar sus problemas del estómago y sus frecuentes enfermedades.

La verdad es que cualquiera de nosotros puede caer o no en enfermedades, ya que vivimos en un mundo caído que gime esperando la consumación de todas las cosas.

4) Dicho esto, Dios es soberano para librar o no a cualquier persona del mal, y para sanar sobrenaturalmente a quien Él determine. Aparte de esto, sus hijos no hacen mal orando ni pidiendo por estas cosas, todo lo contrario. Él quiere que le pidamos por todo lo que entendemos deseable, incluyendo sanidad y libertad del mal.

No obstante, nuestras oraciones son en Su Nombre, lo cual quiere decir en la actitud y carácter de Cristo. ¿Y cuál es ese carácter? Es el que no se aferró a Su trono como Dios, sino que se humilló a lo sumo. Es el que pidió al Padre que lo liberara de la copa amarga de la pena en la cruz, pero quien también dijo que no se hiciera Su voluntad sino la del Padre.

5) Cuando uno dice "la sangre de Cristo me protege de las enfermedades," no sólo es un uso errado de la doctrina del sacrificio de Cristo (como ya he demostrado), sino que es un ejemplo desafortunado de cómo se tienta a Dios.

Cuando uno apela a ideas erradas de este tipo, tiende a exponerse a situaciones que pueden comprometer la salud propia y la de otros, creyéndose que Dios ha prometido algo que jamás ha hecho.

El diablo mismo le dijo a Jesús que se lanzara del tope del templo, apelando a que Dios por medio de sus ángeles le protegería de todo mal. Ante esta tentación diabólica, Jesús le respondió con el mandato justo de no tentar a Dios.

6) El pacto que tenemos con Dios no nos concede ningún derecho para hacer exigencias sobre lo que Dios debe hacer ni cuando debe hacerlo. Es completamente falso que nosotros podamos "decretar" algo; es Dios quien emite soberanos decretos, tanto en el cielo como en la tierra.

Las oraciones y pronunciaciones que pretenden manipular a Dios en efecto son estructuras idolátricas que buscan sustituir a un Dios soberano con imágenes terrenales.

Es mucho más provechoso remitirse a lo que Dios sí ha dicho, que repetir fábulas profanas y cuentos de viejas (1 Tim 4:7).

Y lo que sí ha dicho es que la sangre de Cristo, derramada para todo el que clama e invoca Su Nombre, tiene poder para purificar nuestras consciencias de obras muertas para servir al Dios vivo (Hebreos 9:14), y para darnos redención y perdón de pecados según las riquezas de Su gracia (Efesios 1:7).

Hagamos memoria de Su irremplazable acto hoy día, dándole gracias.

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