25.4.07

Argumento para el "Super-Cuerpo" basado en la Consecuencia Adámica

Quizás este sea el argumento más complejo al que pretendo responder en esta serie, y por eso he insertado letras encabezando cada cláusula. También me he visto en necesidad de incluír notas al pie, para no interrumpir el flujo de la respuesta.

Argumento:
(a) La maldición de la caída de Adán incluyó consecuencias que afectaron su anatomía física a nivel molecular/genético (manifiesto con enfermedades, debilidades, y muerte biológica). (b) Cristo heredó genéticamente todas estas maldiciones al hacerse hombre. (c) Por tanto, su resurrección demandaba un cuerpo carente de estas limitaciones, y por consiguiente, un cuerpo superior al que tenía antes de morir.


Respuesta:

El presente argumento asume que la conclusión (c) se deriva necesariamente de las premisas (a) y (b), pero en realidad no lo demuestra. Es decir, no nos dice por qué, si es que las premisas son verdaderas, la conclusión sería lógicamente necesaria. La clave del asunto está en la frase "su resurrección demandaba". ¿Por qué la demanda? ¿A qué se debe? El argumento en sí mismo no ofrece respuestas a estas preguntas.1


A pesar de esto, y aunque no sea pre-requisito para invalidar la conclusión (c), se puede demostrar que las premisas no son del todo sólidas:


Premisa (a): "La maldición de la caída de Adán incluyó consecuencias que afectaron su anatomía física a nivel molecular/genético (manifiesto con enfermedades, debilidades, y muerte biológica)."

Para sorpresa de la mayoría, la maldición sobre Adán descrito en Génesis 3 contiene un sólo componente que, pudiéramos decir, hace referencia a su constitución anatómica directamente; los demás componentes son maldiciones sobre la tierra a la cual él volvería al morir (Gen 3:19), no sobre su composición molecular ni genética.2

El único componente que sí hace referencia a su anatomía sería: "Pues polvo eres, Y al polvo volverás." Sin embargo, esta pronunciación no habla sobre una transmutación molecular ni genética luego de la maldición, sino todo lo contrario. Aquello de "polvo eres" se refiere a un dato descrito planamente desde el 2:7, que el hombre fue "formado del polvo de la tierra". Es una reiteración de lo descrito anteriormente, no una rotura ni una información nueva colocada con fines de que seamos sorprendidos. Dios no dice "porque desde ahora en adelante serás 'polvo maldito' ", sino que solamente resalta lo que desde antes, desde su creación siempre fue: "polvo eres".

La diferencia entre el "polvo" antes y después de la maldición, lo vemos justo cuando Dios crea al hombre en el 2:7, donde dice: "y sopló en su nariz el aliento de vida, y fue el hombre un ser viviente." Antes de la caída, Dios bien podía haber dicho al hombre: "Polvo y Mi aliento eres, y por esto eres ser viviente." En contraposición, Dios le maldice omitiendo lo segundo, Su aliento: "Polvo eres, y [por tanto] al polvo volverás".

De nuevo: La diferencia no es el polvo, pues polvo siempre fue, tanto antes como después. Tampoco hay indicios de que Dios hable de un distinto tipo de polvo luego de la caída, lo cual probaría la premisa (a); sin embargo, este tipo de especulación
no se puede justificar. La ausencia del aliento de Dios 3 es lo que hace toda la diferencia, y por eso Adán volvería a ser polvo al morir. El polvo por sí sólo no puede ser viviente. Necesita el aliento de Dios, el cual Dios mismo retira de algunos cuando mueren biológicamente, y así vuelven a ser meramente polvo.

Hay mucho más que se puede decir sobre esto, pero lo dejaré para otra ocasión. Para fines de la presente examinación, sólo basta con indicar que en el texto de la caída, no hay nada que indique una transmutación genética ni molecular, y por tanto, la premisa (a) queda sin base.


Premisa (b):
"Cristo heredó genéticamente todas estas maldiciones al hacerse hombre."

A pesar de que hemos probado que la "consecuencia Adámica" no era genética (sino espiritual - una vez más, con relación al aliento de Dios), pudiéramos preguntarnos qué tan cierto es aquello de que Cristo heredó una maldición genética. Popularmente la "muestra" del "maldito gen" se remite a cuatro categorías: muerte biológica, debilidades, enfermedades, y hambre. Veamos a cada una por separado:
  1. Muerte biológica: Si como hemos observado, la posibilidad de morir era una consecuencia natural de "ser polvo", no hay por qué sorprendernos de que Cristo pudiera morir al "hacerse polvo" (hombre). Negar que Cristo pudiera morir sería exigir que no fuese completamente hombre.
  2. Debilidades: La antítesis de la debilidad es la omnipotencia. Por Filipenses 2 vemos que Dios veló su divinidad para hacerse hombre. Su debilidad temporal no era parte de una maldición genética, sino a lo que voluntariamente decidió someterse como parte de Su obra redentora. A pesar de eso, podemos observar muchas instancias en que Su omnipotencia fue manifiesta por medio de milagros y sanidades obrados aún antes de morir; este punto es sumamente problemático para los que pretenden limitar la gloria del Cristo para sólo después de la resurrección. Este punto será examinado a fondo bajo otro argumento.
  3. Enfermedades: Los que quieren afirmar que las enfermedades son parte del "gen maldito", y que a la vez el Cristo poseía este "gen maldito", se hallan bajo el problema de no poder probar cuándo el Cristo se halló enfermo. Si el tal "gen maldito" fluía por su sangre, obligatoriamente tuvo que haberse enfermado. Si todo hombre necesariamente se enferma, y no podemos probar que Cristo se enfermó, entonces lo que sigue lógicamente es que Cristo no era hombre en realidad (lo cual nos llevaría al error del Docetismo). Algunos querrán decir que si el Cristo se enfermaba, no lo sabríamos, porque se sanaba a sí mismo instantáneamente; desafortunadamente esto sería responder con una hipótesis a un problema hipotético, además de que sería un argumento circular. La plana verdad es que no existe información para probar que el Cristo estuviese jamás enfermo.
  4. Hambre: Se ha dicho incluso que "el cuerpo glorificado" (o "super-cuerpo") no tiene necesidad de comer 4. Sin embargo, vemos que el comer siempre fue función del cuerpo humano incluso antes de la caída (Gen 2:9). También vemos que Cristo comió incluso después de Su resurrección (Lucas 24:41-43). No hay indicios de que el comer, ni cualquier otra función como consecuencia del comer, tenga relación alguna con una maldición.
conclusión (c): "Por tanto, su resurrección demandaba un cuerpo carente de estas limitaciones, y por consiguiente, un cuerpo superior al que tenía antes de morir."

Habiendo mostrado que las premisas no tienen valor más allá de su afirmación dogmática, y que no se pueden justificar textualmente, podemos observar que en verdad la "demanda" que la opinión examinada pretende imponer es un añadido a la verdadera y única demanda sobre la resurrección del Cristo, que irónicamente la opinión del "super-cuerpo" sin querer acaba diluyendo y obfuscando: la resurrección del Cristo sólo exige que su cuerpo humano entrara al sepulcro sin vida biológica, y que saliera con esa vida recobrada.

El Cristo, al ser Dios mismo en carne, poseía en Su ser divino el aliento de Dios (¡incluso sopló de ese aliento [Juan 20:22]!); por tanto, aunque "se hizo polvo", no había razón por qué tuviese que "volver al polvo", por lo menos no de forma permanente como le fue decretado a Adán.

En Su reposo,

A&R


Notas:
1 - Algunos querrán ofrecer la revelación apostólica de Cristo como "segundo Adam" como argumento para la correspondencia entre estos dos. A fin de cuentas, este detalle asume los mismos puntos acá criticados, y por tanto no ofrece ninguna información nueva para fortalecer la idea de que Cristo tuviera un "gen maldito", y a fin de cuentas tampoco fortalece la demanda de que el Resucitado tuviera que tener un "super-cuerpo".
2 - Una posible objeción sería la prescripción de los "dolores de parto" sobre Eva. Aún dejando a un lado el hecho de que habla sobre la mujer y no sobre el hombre, levantar esta objeción requiere de mucho más evidencia para que se pueda considerar seriamente. Antes, se debe probar que anterior a la caída, estaba prescrito que Eva daría a luz sin dolor; sólo así se puede probar que la pronunciación en el momento de la caída es antitético. Si alguno luego juzga que tal posibilidad mancharía de alguna manera la bondad de Dios, debe antes mostrar dónde Dios dijo que si El quisiese permitir el dolor, eso representaría una mancha sobre Su carácter; tarde o temprano, la persona termina asumiendo la idea por fe ciega, o bien afirmando dogmáticamente que sus propias nociones éticas son superiores a las de Dios mismo.
3 - No son pocos los comentaristas quienes han destacado la semejanza entre el Hebreo naphach usado para describir el aliento de Dios, y la palabra nephesh, usado para describir el alma o porción inmaterial del hombre; ambas palabras se pueden encontrar justo en el verso de Gen 2:7, y este segundo se puede encontrar representando tanto "aliento" como "alma" a través del Antiguo Testamento.
4 - Si alguno cree que exagero, lea lo que dice al respecto el Sr. Javier Aguacero, en un artículo sobre el tema: "El cuerpo humano glorificado, al momento del Rapto, pasará por una transformación tremenda en un instante: En la estructura de sus moléculas y células. Ese cuerpo no tendrá agua o sangre, que será algo que nos dejará maravillados, de todo lo que podremos hacer.[...] El comer será solamente por gusto, y no por necesidad. Viendo de punto de vista [sic] que si no tenemos sangre o agua, ese alimento no tendrá que pasar por el sistema digestivo, pues se desaparecerá, y no habá [sic] ningún problema con los deshechos [sic]. El asunto sanitario para nosotros, será cosa del pasado [¡! - AR]. Si es así, seremos agentes de Cristo con más libertad y capacidades para facilitar nuestro trabajo, que nunca habíamos soñado, para el cuerpo humano." (fuente). Esta cita deja más que claro por qué es importante examinar este tema. Aquí se admite que una de las extensiones lógicas de esta doctrina es que el ir al baño es uno de los mayores obstáculos para ser agentes de Cristo... pues si es así, ¡bienaventurados los estreñidos!


21.4.07

Argumento Escatológico para el "Super Cuerpo"

Antes de proceder con las examinaciones, expongo de nuevo lo que me he propuesto mostrar: La doctrina de que Cristo resucitó en un cuerpo con capacidades superiores al cuerpo que tenía antes de morir - es decir, que resucitó en un cuerpo igual pero distinto del que tenía cuando fue muerto - no se basa en una exégesis que demande necesariamente esta conclusión.

Argumento: "Cristo tuvo un cuerpo con capacidades superiores, porque quiso mostrar el tipo de cuerpo que en el futuro obtendremos."

Respuesta: Realmente no voy a abundar mucho en responder a este argumento, por una sencilla razón. Si se le preguntara a la persona que cómo sabe que en un futuro obtendremos un "super-cuerpo", probablemente la respuesta principal será basado en que Cristo resucitó con un "super-cuerpo", después de todo. Pero sabemos que Cristo resucitó en un "super-cuerpo", porque es el cuerpo que un día tendremos en el futuro...

Es, a fin de cuentas y en esencia, un argumento circular, y por tanto no funciona. La circularidad de este argumento es muestra suficiente de que es una idea asumida de antemano, incluso antes de abrir el texto, y por tanto es una falacia.


En base a esta idea falaz, todo texto neo-testamentario que contenga las palabras "transformación", "cambio" y "glorificación" con referencia al futuro* será interpretado como "transformación molecular", "cambio anatómico" y "glorificación biológica", sin importar el contexto ni la audiencia primaria. Asumir esta o cualquier otra interpretación antes de leer el texto (eisógesis) no da lugar a que la interpretación sea verdadera; de hecho, esta metodología suele producir sólo interpretaciones falsas y subjetivas al gusto personal.

No obstante, mi punto acá no es discutir sobre qué sucederá o no sucederá en el futuro. Sólo intento mostrar que asumir una idea sobre la fisicalidad del Resucitado no es suficiente para asumir otra idea sobre nuestro futuro. En algún punto deberemos someter nuestros asumidos a la exposición objetiva del Espíritu.

Algunos se precipitarán, y añadirán a este argumento la idea de que por la caída de Adán, era necesario que la anatomía de Cristo fuese cambiada; por tanto, la de nosotros también tiene esta necesidad actualmente. Al ser este un argumento distinto (al cual llamaré el Argumento basado en la Necesidad Corruptibilidad Molecular Consecuencia Adámica), comentaré sobre él enfocadamente en otro apartado.

Por supuesto, este es sólo el primero de un número de argumentos de los que pienso comentar. En este punto, aún hay muchos cabos sueltos. A los críticos, pido su paciencia para comentar sobre los demás; sin embargo, como siempre, doy bienvenida a todos los comentarios.

En reposo,

A&R

*Nota: Cuando se habla del "futuro", hay que destacar que el significado preciso de esta noción cambia según la audiencia de la cual se habla en determinado momento. Por ejemplo, el profeta Isaías estaba justificado en esperar la manifestación del Mesías en "su futuro"; en cambio, desde el punto de vista Cristiano, un judío hassídico hoy día no está justificado en esperar la misma manifestación en "su futuro", ya que la afirmación apostólica es que es un evento pasado para nosotros, hoy día. Por esto, no es incorrecto persistir en hacer la pregunta "¿futuro, pero para quién?" y exigir que la respuesta a tal pregunta esté certeramente fundamentada.

En conclusión, es incorrecto asumir precipitadamente que todo texto que hable en tiempo futuro se refiere necesariamente a nuestro futuro. Tal metodología llevada consistentemente nos terminaría convirtiendo en anticristos, ya que terminaríamos incluso negando que "el Cristo ha venido (tiempo pretérito) en la carne". El apóstol Juan argumentó esto mismo en 2 Juan vs. 17, entre otros textos.


13.4.07

¿El "Super-Cuerpo" de Cristo? - Introducción

Acaban de pasar los tiempos de Pascua, en los que tradicionalmente hablamos mucho acerca de la resurrección de nuestro Señor (lo cual siempre aprecio y disfruto). Una de las fases de este relato que más me fascina es el período luego de la resurrección y antes de la ascensión, aquel período en el que la gente Le vio y Le tocó, e incluso algunos comieron con El. Por las palabras en 1 Cor 15:3-7, sabemos que este hecho fue un punto clave en la predicación de Pablo a esa iglesia.

Cuando se habla del tema en nuestras congregaciones, casi nunca falta la exposición sobre el "cuerpo glorificado" de Cristo, lo cual suele significar que el Cristo, siendo en forma de hombre y con cuerpo humano, padeció torturas, fue muerto y sepultado en Su carne; sin embargo al resucitar, lo hizo en un
"cuerpo glorificado", transformado, físicamente distinto al que tenía anteriormente, y manifestando capacidades superiores a cualquier otro ser humano, incluyendo a Sí mismo antes de la cruz. En efecto, dirían algunos, Cristo resucitó en un "super-cuerpo".

Sobre esta noción descansa la idea de que en un futuro nosotros también obtendremos "super-cuerpos". Algunos incluso han conjeturado que los "super-cuerpos" nos otorgarán la oportunidad de teletransportarnos en un pestañar desde un planeta hasta otro; por tanto, aunque la frase "super-cuerpo" suene sarcástico, no está lejos de lo que muchos creen.

En esta serie de escritos, intentaré examinar los argumentos típicos ofrecidos para sustentar tal noción, y demostrar que no es una idea producida por una correcta exégesis. Mi postura, la cual ofrezco como alternativa, la expongo de antemano: Cristo no fue transformado físicamente en Su resurrección, sino que resucitó en el mismo exacto cuerpo con que fue sepultado. Glorificado, sí; transmutado físicamente, jamás.

Muchos de mis hermanos marcarán su noción del "cuerpo glorificado" (o sea, el "super-cuerpo") como un punto de ortodoxia. A quienes pueda ofender lo que expongo, pido disculpas desde ya por molestar, pero no por afirmar lo Escrito. Reposo en el hecho de que mi examinación será basada en lo que todos sostenemos como base en común, las Sagradas e Inspiradas Escrituras. Descanso en que las piezas caerán donde tienen que caer.

Para los que desde ya empiezan a alarmarse por mi atrevimiento, quiero re-enfatizar un punto para que quede tremendamente claro: yo afirmo vehementemente que nuestro Señor el Cristo resucitó físicamente, y no que fue meramente una aparición docetista (valga la redundancia). No sólo esto, sino que estoy de acuerdo con señalar esto, la resurrección física del Cristo, como un punto de ortodoxia. Con mi postura, sólo voy más allá de la noción popular, afirmando la plena fisicalidad y continuidad del cuerpo del Cristo.

El cuerpo que fue sepultado fue el mismo cuerpo que resucitó. No hubo tranformación, transmutación, transfiguración, transmogrificación, ni siquiera hubo metamorfosis. No sólo no hubo, sino que tampoco era necesario, tanto desde los requisitos proféticos como los ontológicos.

No obstante, la carga evidencial de la fisicalidad de la resurrección del Cristo pesa mucho más sobre los hombros de los que afirman el "super-cuerpo". En otras palabras, son esos hermanos a quienes les toca demostrar por qué decir "era el mismo cuerpo, pero era radicalmente diferente" no es una contradicción. Una cosa es igual a otra, o es distinta; no puede ser igual y distinto a la vez.

Pero algunos cuestionarán, "¿y qué relevancia tiene todo este asunto, si ya como quiera pasó?". Pues, permítamme resumirlo con una pregunta: Si es cierto que la noción del "super-cuerpo" es meramente un asumido, un añadido basado en tradiciones, ¿no deberíamos olvidarnos de esa idea, sujetándonos fuertemente a lo escrito, y solamente a lo escrito (Sola Scriptura)? ¿Qué valor tienen las doctrinas añadidas y extra-Bíblicas? ¿Y qué tal las doctrinas basadas en doctrinas añadidas? Confío que con esto entienden mi punto.

Otros querrán decir, "para qué perder el tiempo con estos asuntos, si total, nunca sabremos la verdad, porque no estuvimos allí para constatarlo". A esos les diré "bienaventurados los que no vieron y creyeron" (Juan 20:29). Las Escrituras definitivamente contienen suficiente información para purificar nuestro entendimiento sobre las cosas de Dios. Si reducimos la relevancia de todas las doctrinas a menos que sean empíricamente evidenciables, corremos el riesgo de reducir el hecho mismo de que el Cristo haya resucitado (siendo que no es empíricamente evidenciable para alguno hoy día), cosa insólita para un seguidor de Jesús.

Que el Dios Altísimo nos ayude a sujetar nuestras consciencias a Su Palabra, y sea Dios hallado veraz aunque todo hombre termine siendo hallado mentiroso.

Semper Reformanda, con el Gozo en Su reposo,

A&R

9.4.07

Oración de Pascua, San Gregorio el Teólogo

Ayer fui crucificado con El;

hoy estoy glorificado con El;

ayer morí con El;

hoy fui levantado con El;

ayer fui sepultado con El;

hoy me levanto con El.

Ofrezcamos a El Quien sufrió y resucitó por nosotros -

(usted pensará que yo sugeriré oro, o plata,

o tejidos, o piedras transparentes y costosas,

tan pasajeras como la tierra material,

que permanece acá debajo,

y que en gran manera es posesión de hombres malignos,

esclavos del mundo y del Príncipe del mundo.)

Ofrezcámosnos a nosotros mismos,

la posesión más preciosa para Dios,

y más digna;

entreguémosle a la Imagen lo que fue hecho a Su Imagen.

Reconozcamos nuestra Dignidad;

honremos a nuestro Arquetipo;

conozcamos el poder del Misterio,

y aquello por lo cual Cristo murió.

Seamos como Cristo,

ya que Cristo se hizo como nosotros.

Seamos de Dios por Su salud,

ya que El por la nuestra se hizo Hombre.

Asumió lo peor para darnos lo mejor;

Se hizo pobre para que por su pobreza seamos nosotros ricos;

Tomó sobre Sí la forma de siervo para que a nosotros se nos diera libertad;

Descendió para que fuésemos nosotros exaltados;

Fue tentado para que nosotros conquistemos;

Fue deshonrado para luego El glorificarnos;

Fue muerto para salvarnos;

Fue ascendido para recogernos consigo,

quienes bajos estábamos en la Caída del pecado.

Démosle todo, ofrezcámosle todo, a Aquel Quien se dio a Sí mismo como Precio y Reconciliación por nosotros.

Pero nadie puede dar algo tal como a sí mismo,

comprendiendo el Misterio,

y tornándonos por su salud hacia todo lo que El se tornó por la nuestra.


- Gregorio Nancianceno, (San Gregorio el Teólogo) Oración de Pascua, Siglo IV


¡Khristos Anesti!