Argumento para el "Super-Cuerpo" basado en la Consecuencia Adámica
Argumento: (a) La maldición de la caída de Adán incluyó consecuencias que afectaron su anatomía física a nivel molecular/genético (manifiesto con enfermedades, debilidades, y muerte biológica). (b) Cristo heredó genéticamente todas estas maldiciones al hacerse hombre. (c) Por tanto, su resurrección demandaba un cuerpo carente de estas limitaciones, y por consiguiente, un cuerpo superior al que tenía antes de morir.
Respuesta:
El presente argumento asume que la conclusión (c) se deriva necesariamente de las premisas (a) y (b), pero en realidad no lo demuestra. Es decir, no nos dice por qué, si es que las premisas son verdaderas, la conclusión sería lógicamente necesaria. La clave del asunto está en la frase "su resurrección demandaba". ¿Por qué la demanda? ¿A qué se debe? El argumento en sí mismo no ofrece respuestas a estas preguntas.1
A pesar de esto, y aunque no sea pre-requisito para invalidar la conclusión (c), se puede demostrar que las premisas no son del todo sólidas:
Premisa (a): "La maldición de la caída de Adán incluyó consecuencias que afectaron su anatomía física a nivel molecular/genético (manifiesto con enfermedades, debilidades, y muerte biológica)."
Para sorpresa de la mayoría, la maldición sobre Adán descrito en Génesis 3 contiene un sólo componente que, pudiéramos decir, hace referencia a su constitución anatómica directamente; los demás componentes son maldiciones sobre la tierra a la cual él volvería al morir (Gen 3:19), no sobre su composición molecular ni genética.2
El único componente que sí hace referencia a su anatomía sería: "Pues polvo eres, Y al polvo volverás." Sin embargo, esta pronunciación no habla sobre una transmutación molecular ni genética luego de la maldición, sino todo lo contrario. Aquello de "polvo eres" se refiere a un dato descrito planamente desde el 2:7, que el hombre fue "formado del polvo de la tierra". Es una reiteración de lo descrito anteriormente, no una rotura ni una información nueva colocada con fines de que seamos sorprendidos. Dios no dice "porque desde ahora en adelante serás 'polvo maldito' ", sino que solamente resalta lo que desde antes, desde su creación siempre fue: "polvo eres".
La diferencia entre el "polvo" antes y después de la maldición, lo vemos justo cuando Dios crea al hombre en el 2:7, donde dice: "y sopló en su nariz el aliento de vida, y fue el hombre un ser viviente." Antes de la caída, Dios bien podía haber dicho al hombre: "Polvo y Mi aliento eres, y por esto eres ser viviente." En contraposición, Dios le maldice omitiendo lo segundo, Su aliento: "Polvo eres, y [por tanto] al polvo volverás".
De nuevo: La diferencia no es el polvo, pues polvo siempre fue, tanto antes como después. Tampoco hay indicios de que Dios hable de un distinto tipo de polvo luego de la caída, lo cual probaría la premisa (a); sin embargo, este tipo de especulación no se puede justificar. La ausencia del aliento de Dios 3 es lo que hace toda la diferencia, y por eso Adán volvería a ser polvo al morir. El polvo por sí sólo no puede ser viviente. Necesita el aliento de Dios, el cual Dios mismo retira de algunos cuando mueren biológicamente, y así vuelven a ser meramente polvo.
Hay mucho más que se puede decir sobre esto, pero lo dejaré para otra ocasión. Para fines de la presente examinación, sólo basta con indicar que en el texto de la caída, no hay nada que indique una transmutación genética ni molecular, y por tanto, la premisa (a) queda sin base.
Premisa (b): "Cristo heredó genéticamente todas estas maldiciones al hacerse hombre."
A pesar de que hemos probado que la "consecuencia Adámica" no era genética (sino espiritual - una vez más, con relación al aliento de Dios), pudiéramos preguntarnos qué tan cierto es aquello de que Cristo heredó una maldición genética. Popularmente la "muestra" del "maldito gen" se remite a cuatro categorías: muerte biológica, debilidades, enfermedades, y hambre. Veamos a cada una por separado:
- Muerte biológica: Si como hemos observado, la posibilidad de morir era una consecuencia natural de "ser polvo", no hay por qué sorprendernos de que Cristo pudiera morir al "hacerse polvo" (hombre). Negar que Cristo pudiera morir sería exigir que no fuese completamente hombre.
- Debilidades: La antítesis de la debilidad es la omnipotencia. Por Filipenses 2 vemos que Dios veló su divinidad para hacerse hombre. Su debilidad temporal no era parte de una maldición genética, sino a lo que voluntariamente decidió someterse como parte de Su obra redentora. A pesar de eso, podemos observar muchas instancias en que Su omnipotencia fue manifiesta por medio de milagros y sanidades obrados aún antes de morir; este punto es sumamente problemático para los que pretenden limitar la gloria del Cristo para sólo después de la resurrección. Este punto será examinado a fondo bajo otro argumento.
- Enfermedades: Los que quieren afirmar que las enfermedades son parte del "gen maldito", y que a la vez el Cristo poseía este "gen maldito", se hallan bajo el problema de no poder probar cuándo el Cristo se halló enfermo. Si el tal "gen maldito" fluía por su sangre, obligatoriamente tuvo que haberse enfermado. Si todo hombre necesariamente se enferma, y no podemos probar que Cristo se enfermó, entonces lo que sigue lógicamente es que Cristo no era hombre en realidad (lo cual nos llevaría al error del Docetismo). Algunos querrán decir que si el Cristo se enfermaba, no lo sabríamos, porque se sanaba a sí mismo instantáneamente; desafortunadamente esto sería responder con una hipótesis a un problema hipotético, además de que sería un argumento circular. La plana verdad es que no existe información para probar que el Cristo estuviese jamás enfermo.
- Hambre: Se ha dicho incluso que "el cuerpo glorificado" (o "super-cuerpo") no tiene necesidad de comer 4. Sin embargo, vemos que el comer siempre fue función del cuerpo humano incluso antes de la caída (Gen 2:9). También vemos que Cristo comió incluso después de Su resurrección (Lucas 24:41-43). No hay indicios de que el comer, ni cualquier otra función como consecuencia del comer, tenga relación alguna con una maldición.
Habiendo mostrado que las premisas no tienen valor más allá de su afirmación dogmática, y que no se pueden justificar textualmente, podemos observar que en verdad la "demanda" que la opinión examinada pretende imponer es un añadido a la verdadera y única demanda sobre la resurrección del Cristo, que irónicamente la opinión del "super-cuerpo" sin querer acaba diluyendo y obfuscando: la resurrección del Cristo sólo exige que su cuerpo humano entrara al sepulcro sin vida biológica, y que saliera con esa vida recobrada.
El Cristo, al ser Dios mismo en carne, poseía en Su ser divino el aliento de Dios (¡incluso sopló de ese aliento [Juan 20:22]!); por tanto, aunque "se hizo polvo", no había razón por qué tuviese que "volver al polvo", por lo menos no de forma permanente como le fue decretado a Adán.
En Su reposo,
A&R
1 - Algunos querrán ofrecer la revelación apostólica de Cristo como "segundo Adam" como argumento para la correspondencia entre estos dos. A fin de cuentas, este detalle asume los mismos puntos acá criticados, y por tanto no ofrece ninguna información nueva para fortalecer la idea de que Cristo tuviera un "gen maldito", y a fin de cuentas tampoco fortalece la demanda de que el Resucitado tuviera que tener un "super-cuerpo".
2 - Una posible objeción sería la prescripción de los "dolores de parto" sobre Eva. Aún dejando a un lado el hecho de que habla sobre la mujer y no sobre el hombre, levantar esta objeción requiere de mucho más evidencia para que se pueda considerar seriamente. Antes, se debe probar que anterior a la caída, estaba prescrito que Eva daría a luz sin dolor; sólo así se puede probar que la pronunciación en el momento de la caída es antitético. Si alguno luego juzga que tal posibilidad mancharía de alguna manera la bondad de Dios, debe antes mostrar dónde Dios dijo que si El quisiese permitir el dolor, eso representaría una mancha sobre Su carácter; tarde o temprano, la persona termina asumiendo la idea por fe ciega, o bien afirmando dogmáticamente que sus propias nociones éticas son superiores a las de Dios mismo.
3 - No son pocos los comentaristas quienes han destacado la semejanza entre el Hebreo naphach usado para describir el aliento de Dios, y la palabra nephesh, usado para describir el alma o porción inmaterial del hombre; ambas palabras se pueden encontrar justo en el verso de Gen 2:7, y este segundo se puede encontrar representando tanto "aliento" como "alma" a través del Antiguo Testamento.
4 - Si alguno cree que exagero, lea lo que dice al respecto el Sr. Javier Aguacero, en un artículo sobre el tema: "El cuerpo humano glorificado, al momento del Rapto, pasará por una transformación tremenda en un instante: En la estructura de sus moléculas y células. Ese cuerpo no tendrá agua o sangre, que será algo que nos dejará maravillados, de todo lo que podremos hacer.[...] El comer será solamente por gusto, y no por necesidad. Viendo de punto de vista [sic] que si no tenemos sangre o agua, ese alimento no tendrá que pasar por el sistema digestivo, pues se desaparecerá, y no habá [sic] ningún problema con los deshechos [sic]. El asunto sanitario para nosotros, será cosa del pasado [¡! - AR]. Si es así, seremos agentes de Cristo con más libertad y capacidades para facilitar nuestro trabajo, que nunca habíamos soñado, para el cuerpo humano." (fuente). Esta cita deja más que claro por qué es importante examinar este tema. Aquí se admite que una de las extensiones lógicas de esta doctrina es que el ir al baño es uno de los mayores obstáculos para ser agentes de Cristo... pues si es así, ¡bienaventurados los estreñidos!