26.5.06

Individualidad Vs. Comunidad . . . lo que pienso

Desde ahora en adelante, cada vez que saque una nueva edición de Santa Suburbia, pretendo escribir un pequeño comentario para dejar impreso lo que me quedó de la conversación; considérelo como un journal o agenda. Muchas de estas cosas lucirán como meras regurgitaciones de lo ya expresado en la grabación; sin embargo, la intención es tratar de expandir en los puntos, aunque sea un poco, y aunque no sea aparente en las palabras tecleadas.

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Existen dos actitudes dentro de los cuales pudiéramos clasificar casi todas las acciones de la Iglesia, y de hecho, de la vida: por un lado la actitud individualista, aquella centrada en lo que concierne a un sujeto particular, y por el otro la comunitaria, la cual se preocupa más por la unidad dentro de la diversidad.

Anteanoche grabé la quinta edición de Santa Suburbia, una conversación con el Perro para explorar estas actitudes, sus orígenes y repercusiones. La verdad que este bendecido canino llevó el tema a un nivel muchísimo más expansivo de lo que yo originalmente había considerado, para bien, por supuesto.

Uno de los puntos que el Perro insistió en recalcar era el asunto de los orígenes de estas dos actitudes. El hecho de que aunque la actitud individualista parece haber acompañado al hombre desde su incepción, la actitud comunitaria es revelada como lo que es, una cualidad trascendente a este plano naturalista, llegando a ser un reflejo mismo de la Imago Dei (imagen de Dios), y de la comunidad eterna inherente en la persona de Dios.

Otro de los puntos que no había considerado es que se puede ser individualista, aún habitando y preocupándose de una comunidad; la forma en que sucede esto es que nos volvemos guardianes de nuestro grupo en particular, en vez de manifestar apertura y consideración al cuerpo universal de Cristo (el perro le llama individualismo corporativo a la anterior). A fin de cuentas, la misma actitud que nos impulsa a buscar lo especial en nosotros mismos, con sólo un poco de apertura
(aunque no suficiente), caemos en buscar lo especial de nuestro pequeño grupo. Si se analiza bien, termina siendo la misma actitud individualista, ya que lo que estamos haciendo es procurar que nuestro "ambiente" sea especial.

El Perro trajo el punto de que aún la pasión por hacer la congregación crecer puede estar conducida por una actitud individualista. Este punto en particular me aturdió, y le tuve que pedir que explicara el punto mejor. Supongo que simplemente no estaba consciente de la profundidad de las raíces de este problema, hasta el punto de que aunque parezca que estamos siendo inclusivos y comunitarios, nuestra finalidad ulterior puede ser simplemente la de buscar gloria vana, ya sea para nosotros mismos para nuestras "buenas acciones".

¿Por qué es que nos preocupamos por buscar y hacer relucir lo especial en nosotros, si ese es el oficio del Padre? ¿No nos prometió El hacer esto? ¿Es que acaso creemos que lo podemos hacer mejor que El?

En este mundo comercializado, los medios te ofrecen toda la seguridad, confirmación, y aprobación que necesitas para vivir una vida miópica. Esto es especialmente preocupante a la luz de que la Iglesia añora parecerse cada vez más al seculum seculorum. Los Cristianos hemos creado versiones de todo lo que hay, sólo le pegamos una cruz o una paloma, y ya está. Al final del día, el deseo de satisfacer todos nuestros deseos es estimulado, siempre y cuando pase por el antiséptico de la maquinaria del mercado "cristiano". Si los hermanos que tienen el medio para hacer un cargo a mi tarjeta de crédito dicen que puedo satisfacerme con algo, entonces parece que lo estoy haciendo bien. ¿No?

No nos engañemos...

Y es que esta dicotomía, esta lucha interna, toca la fibra misma de tantas preguntas existenciales y pragmáticas . . . Mientras más pienso en este tema, más preguntas y dudas me llegan a la cabeza (y confieso que me da temor expresar la magnitud de estas preguntas, razones individualistas, lo confieso). No son dudas sobre la veracidad de todo esto, sino que dudo que realmente comprendo la profundidad de la atracción que siento hacia las cosas que se enfocan en mi persona, y la detracción hacia las cosas que no me hacen sentir cómodo, por ejemplo, el sacrificio por los demás sin pensar en cómo me pudiera beneficiar. Harían falta muchas pláticas más para pasar de la superficie de este tópico, pero en este formato simplemente no se puede hacer. De hecho, mientras más me cuestiono en este sentido, menos digno me veo de siquiera hablar sobre el tema. Pero en fin, es la verdad, y hay que hablarla. No estoy opuesto a la idea de retomar este tema en otra conversación, quizás atacándolo desde ángulos un poco diferentes. Mi recomendación sería que cada persona dentro de su comunidad retome este tema y lo aplique a su situación particular, con un enfoque hacia lo general.

Lo que sí sé es que todo cambio empieza por el reconocimiento de lo que debe ser cambiado. De verdad espero que Dios tome las riendas de esta conversación para agitar en mí eso que El constantemente me inquieta a dejar de suprimir, Su vida y Su presencia misma en mí. Mientras más comprendo que El revela Su propia actitud comunitaria en todo lo que El hace, más siento que puedo dejarme caer libremente en la mesa del Alfarero, si no a que me siga moldeando, por lo menos a observar los pedazos de barro que han sido sustraídos, pistas de cambios ya efectuados que aún no llego a cuantificar (como si hiciera falta que YO cuantifique lo que EL ha hecho).

Esto es lo que pienso.

A&R

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