1.9.04

Dos reinos

Gal 5:17 Porque el deseo de la carne es contra el Espíritu, y el del Espíritu es contra la carne, pues éstos se oponen el uno al otro, de manera que no podéis hacer lo que deseáis.

Dos reinos constantemente me invitan a que pase dentro de ella.

Por un lado está el reino del cuerpo. Me dice que lo haga, y que no lo piense mucho. "Total, sólo estará por un momento, y se va, y tienes que aprovechar. Nunca vas a poder hacerlo de nuevo, por lo menos no como esta vez. Nadie está mirando, y no estás haciéndole daño a nadie tampoco. El daño sólo ocurre en tu mente, pero tú de eso te has recuperado antes, o sea que no hay ningún problema, todo está resuelto. Todos los placeres están aquí, aunque sólo por un momento, y eso ya lo sabes, como también sabes que cada cosa tiene su consecuencia. Las consecuencias también serán temporales, y por eso tienes menos de qué preocuparte."

Sus muros están construídos de perlas. Por lo menos así parece a la distancia, aunque cuando me acerco, me doy cuenta de que las perlas están realmente hechas de yeso, que se despolva al contacto de mis dedos. De todas formas, los muros son hermosos.

Por otro lado, está el reino del espíritu. No es un reino en realidad, ni siquiera tiene muros. De hecho, la mayoría de veces sólo veo una puerta y nada más. Sé que simplemente al mirar la puerta, estoy dándole la espalda al otro reino, lo cual a veces me resulta demasiado difícil. Total, ¿qué hay de atractivo en una puerta, versus hermosas perlas de yeso?

Sin embargo, sé que lo que está del otro lado de esa puerta no se desmorona ni se despolva. La puerta misma es vieja, pero aún tan sólida como una roca. Sé que lo que está allí, sea que me agrade o me desagrade, es real.

Mi primera idea es buscar el terreno neutro, en donde ninguno de los dos reinos tiene dominio. Huyo rápidamente persiguiendo mi comodidad. Sin embargo, cuando creo haberlo encontrado, me doy cuenta de que simplemente he sido un embajador del reino de la carne, conquistando nuevos terrenos. Me doy cuenta de que mi motivación por encontrar la supuesta comodidad irónicamente ha expandido la frontera del reino en el que no quiero estar.

Y el único lugar en donde estoy seguro resulta ser a través de la puerta . . . si es que decido entrar.

A&R


Juan 10:7-10 Entonces Jesús les dijo de nuevo: En verdad, en verdad os digo: yo soy la puerta de las ovejas. Todos los que vinieron antes de mí son ladrones y salteadores, pero las ovejas no les hicieron caso. Yo soy la puerta; si alguno entra por mí, será salvo; y entrará y saldrá y hallará pasto. El ladrón sólo viene para robar y matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia.

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